Playas abarrotadas en las que no cabe ni una toalla más, carreteras colapsadas por vehículos ansiosos de llegar a los parajes naturales mallorquines más instagrameados del momento o miradores invadidos por una muchedumbre móvil en mano. Es la radiografía estival que se repite año tras año en Mallorca, con o sin pandemia, y que hace que ecologistas y algunas instituciones municipales se cuestionen el modelo turístico actual. Además, a este cóctel mortífero hay que añadirle las redes sociales, y en concreto Instagram, ya que han jugado un verano más un papel clave, potenciando la saturación de la isla al viralizarse espacios como es Trenc, es Caló d’es Moro, el faro de Formentor o las puestas de sol en sa Foradada. Un caballo de batalla difícil de combatir de manera directa, por lo que ecologistas y ayuntamientos coinciden en destacar que la solución pasa por restringir el acceso a los espacios naturales. En definitiva, poner límites.
El ‘postureo’ en las redes sociales arrasa con el paraje natural de Mallorca
La 'viralización' de espacios como es Trenc o es Caló d’es Moro amenaza su pervivencia
Reclaman poner límites para frenar los efectos de la masificación turística
Es Caló d’es Moro se ‘vende’ por Instagram como una de las playas más bonitas, destacando sus aguas cristalinas. La realidad es que para acceder hay que hacer una cola que puede alcanzar las 4 horas. /
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