A las autopistas se las llama en ocasiones arterias, como si los vehículos fueran glóbulos rojos y los peajes, con sus barreras para proceder al pago, un trombo que amenaza con infartar la salud viaria, pero como en cualquier capítulo de ‘House’ nada es nunca lo que en un primer momento parece. La gratuidad de las autopistas, allí donde se ejecutó primero (por ejemplo, entre Tarragona y Valencia desde el 1 de enero de 2020), ha comportado notables incrementos del tráfico (del 20’8%, en ese tramo citado) e incluso, en zonas de una especial complejidad, del 40,3%, como ha sucedido entre Valencia y Alicante. El adiós a los peajes en las más transitadas autopistas catalanas, llevado a cabo esta semana, puede que sea solo la antesala de una nueva era de los atascos, de los que en esta crónica se diseccionará su anatomía menos conocida, pero, eso sí, que al menos serán gratuitos.
El anverso de una medida histórica
Adiós a los peajes, ¿hola a los atascos?
La gratuidad de las autopistas comportará un aumento del tráfico, pronóstico que invita a repasar cómo funciona toda buena retención de vehículos
Mañana de tráfico denso en la AP-7 en la Roca del Vallés. /
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