Donde había uno de los diez embalses más caudalosos de España no queda hoy más que el cauce solitario y enclenque del río Esla. La falta de agua ha aflorado viejos puentes sumergidos y ha agrietado el lecho de la presa zamorana de Ricobayo como si una sequía épica se hubiera cebado con sus riberas. “Con la pandemia había venido mucha gente, pero nos han dejado un desierto. Lo miras y no te lo crees. El impacto medioambiental es terrible”, se lamenta al otro lado del teléfono Javier Aguado, alcalde de San Cebrián de Castro, uno de los 19 pueblos ribereños que viven de este embalse hidroeléctrico. Decenas de negocios han perdido la temporada estival. Varios pueblos han tenido que recurrir a los camiones cisterna para su suministro. Y el ecosistema ha quedado seriamente amenazado por el brusco desembalse de las aguas.
Pérdida de caudal en plena subida de la luz
Embalses vaciados en la España ya vacía
Seis pantanos de Iberdrola y Naturgy están bajo investigación del Gobierno
Pueblos ribereños pierden riqueza y negocio para restaurantes y hoteles, clubes náuticos y empresas de multiaventura
Galicia, la otra cara del tarifazo eléctrico
Ricobayo: de mar interior de España a desierto lunar
Embalse de Salas Muiños. Con el caudal bajo por el vaciado masivo del embalse. /
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