De nada sirve llorar un bosque quemado. Mejor comer quesos que eviten incendios. Esta es la máxima que siguen muchos pastores que quieren aprovechar sus ganados para salvar los bosques abandonados en Catalunya. Algunos lo han logrado con el apoyo de fondos europeos y aportaciones públicas. Y sus casos, desgraciadamente aislados, demuestran que otro bosque es posible. El reto está en extrapolar estas buenas intenciones a toda la superficie forestal. Porque los propietarios asumen que los pocos que mantienen a raya el crecimiento silvestre se están arruinando.
Desastre ecológico
Los pastores piden paso en la prevención de incendios
Los propietarios asumen el mal estado de conservación pero insisten en que las ayudas para mantener a raya la conservación del ecosistema son raquíticas
Judith Nadal pastura su su rebaño de cabras en Gaüses (Alt Empordà) de camino al establo. /
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