Se muere su abuela y está triste, tiene ganas de llorar. Pero no puede. 'Los niños no lloran', repite como un mantra en la escuela. Deja de gustarle la pintura, el ballet y aprende a reprimir sus sentimientos. Con los años, se sabe superior al resto, es un hombre tal y como manda. Se ríe del 'mariquita' de la clase y logra que reprima su naturalidad. Hasta que un día envía al hospital a un africano, a su pareja o a un hombre que cree que es homosexual. Este podría ser el esbozo robot de una persona que comete un delito de odio en Catalunya, según explican varios expertos que trabajan con hombres agresores condenados por ello. Insisten en que hay grupos de adolescentes y jóvenes que se retrotraen al avance de los derechos sociales y proponen programas especializados para atajarlo lo antes posible.
Delitos de odio
Niños que crecen con odio, jóvenes que se vengan con los gais
Los expertos en violencias recuerdan que las agresiones racistas, homófobas y machistas responden un mismo patrón: niños que crecen sin expresar sus sentimientos y sienten que pierden privilegios en un mundo donde los diferentes también tienen derechos. Reclaman terapias desde la infancia.
Detrás de un mundo violento hay jóvenes violentos /
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