La mascarilla se resiste a desaparecer de las calles. Al menos el primer día en que se puede ir sin ella por la vía pública. Fue en mayo del 2020 cuando el Gobierno reguló su uso y su obligatoriedad. La mayoría de ciudadanos todavía se cubrían este sábado con el tapabocas. Los de avanzada edad, casi todos; los jóvenes, mucho menos. Los quiosqueros se convirtieron en un termómetro para medir la incidencia del uso o no de esa prenda sanitaria que se ha convertido en los últimos meses en un complemento más del vestuario. “Me he quedado sorprendido de la cantidad de gente que la lleva, como un 80%”, explica el propietario de uno de esos locales en el barrio de Sants.
La nueva normalidad
La mascarilla se resiste a dejar la calle
En el primer día del fin de la obligatoriedad, la mayoría de personas apuesta por seguir usando el tapabocas en los espacios abiertos
La Rambla, este sábado a mediodía, con transeúntes con mascarilla y otros que no la llevaban. /
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