Como se temían muchos especialistas, la desaparición de las niñas Anna y Olivia ha terminado de la peor de las maneras posibles. Su padre, Tomás Gimeno, las ha matado presuntamente para infligir el máximo daño a Beatriz, la madre, a la que había advertido poco antes de la desaparición que no las “iba a volver a ver”. De nuevo, un padre ha usado a sus propios hijos para herir de por vida a su pareja, porque que te arrebaten a tus hijos de un plumazo, y de una forma tan atroz, deja a las víctimas muertas en vida, según relatan las afectadas.
Tras el hallazgo de Olivia
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Algunos maltratadores asesinan a sus propios hijos para infligir el máximo daño a la madre; es la violencia vicaria
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Hallado en el mar el cadáver de Olivia, la mayor de las niñas desaparecidas en Tenerife
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