El circuito compulsivo de Ramón se enciende generalmente sin previo aviso. A veces con una caña. O con un simple cigarro. Otras con la visión de un anuncio de lencería en la parada del bus. No hay un patrón definido. Ocurre, se enciende un click, y ya está. «Cuando tenía 20 años ya lo pasaba mal. No me bastaba con masturbarme una vez, sino que tenía que ver más y más porno, hasta que empecé a ir a casas de prostitutas. Tienes paréntesis que te hacen creer que no tienes un problema, pero el día menos esperado vuelves, y repites por la tarde, al día siguiente y así durante semanas hasta que vuelves a parar».
No son viciosos, sino esclavos
Adictos al sexo
Una de cada 25 personas, según los estudios, vive el sexo como un tormento
Los abusos en la infancia, las carencias afectivas y la baja autoestima están detrás de una adicción igual de destructiva que la droga más dura
Una persona mira el anuncio de un hombre ofreciendo sexo. /
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