CRISIS DE LA VIVIENDA

Ángel: vulnerable, pero sin cargas familiares, fuera de la moratoria

Ángel, en su barrio de toda la vida, en L’Hospitalet. / Jordi Otix

Ángel habla en la puerta del 11 de la calle de Martorell, edificio al que lleva vinculado de una forma o de otra desde que era un crío, cuando baja a pasear al perro una de sus vecinas. Se saludan. "Es una vergüenza que echen a Ángel, un vecino de toda la vida que no solo se comporta, sino que ayuda en todo lo que puede. ¿Qué van a hacer ahora, dejar el piso vacío para que se meta ves a saber quién?", señala la mujer, intuyendo sin equivocarse que el hombre estaba hablando sobre el asunto. Que vaya ataviado con la característica camiseta verde de la PAH era una pista clara. Bastan pocos minutos para darse cuenta que Ángel es un vecino muy querido en su bloque. Durante lo más duro del confinamiento fue uno de los puntos de apoyo de varios de sus vecinos. Tanto es el afecto que le tienen sus vecinos a este hombre de 65 años, gorra y gafas oscuras, que llegaron a redactar y firmar una carta para pedir a Divarian -la inmobiliaria de BBVA y Cerberus, propietaria del piso en el que vive- que no le he echaran; que le hicieran un alquiler social; que Ángel, decían entonces y mantienen, es el mejor vecino que podían tener.