"Terrible". Con esta palabra describe Montse Arús, madre de Pol Otero, el último año de su vida. Pol tiene 22 años y una parálisis cerebral que le repercute con una discapacidad del 99%. El covid le dejó sin la terapia ocupacional, sin los sábados de piscina, sin los cuidadores que le hacían una vida más fácil en casa y sin los paseos por la tarde. Sus padres que tuvieron que ser sus ojos, sus manos y sus pies a la vez que no dejaron de trabajar. "La pandemia nos ha hecho retroceder en décadas en los derechos a las personas con discapacidad", resume Carles Campuzano, director de la federación Dincat. Un informe hecho por la entidad y la fundación La Caixa cifra en casi 10 millones la factura que el Govern debe a las entidades que atienden a todas estas personas. Esta es una de las pocas cifras que muestra el agravio sufrido.
Colectivo vulnerable
La pandemia deja a las personas con discapacidad intelectual en el olvido
Aún se desconoce cuántas personas con discapacidad intelectual han muerto por coronavirus
Los familiares perdieron a los cuidadores en casa durante los meses de encierro mientras necesitaban seguir trabajando
La federación Dincat calcula que el Govern debe 10 millones de euros a las entidades que han tenido que hacer frente a gastos extra debido a la pandemia
Pol Otero Arús, en su habitación plagada de fotografías del Barça, junto a sus padres Montse y Carlos. /
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