Tres mujeres se sientan en una terraza de Gijón para tomar algo juntas. De lejos, parecen tres amigas que departen despreocupadas sobre cualquier asunto banal. Y efectivamente, son amigas. Pero son mucho más que eso: “somos familia, tenemos un vínculo que no se puede explicar con palabras”. Lo que parece a simple vista un aperitivo más, es en realidad un ejercicio de resistencia para aprender a dar forma a un dolor, para manejar una ausencia que ninguna esperaba sufrir en sus propias carnes. Las une una hermandad invisible con nombres propios: Rubén, Pablo, Alba. Los tres hijos fallecidos de forma prematura con cáncer que cada una llora en privado y recuerda en su pequeño comité de terapia compartida, cada semana desde hace unos meses.
En Gijón
La vida después de que tu hijo muera con un cáncer: tres madres que hacen terapia juntas
La enfermerdad se llevó a los hijos de Carmen Toribio, Montserrat Martín y Gemma Molleda y cada semana se ven en Gijón para ayudarse: “Entre nosotras no hacen falta palabras”
La vida después de que tu hijo muera con un cáncer
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