En la primera década de los 2000 se compraron un piso. El banco les dejó el dinero, y junto al sueldo de sus parejas, vivían desahogados. Llegó la crisis del ladrillo, que lo arrasó todo. Acabaron separándose, cuidando solas de sus hijos, sin empleo y al borde del desahucio. Lograron quedarse en casa firmando un alquiler social con las entidades financieras que les habían prestado el dinero, y han aguantado esta segunda década con empleos precarios e inestables. Estas son las vidas de Laura Huaman y Berta Villanueva, dos mujeres que piden un milagro para no quedar en la intemperie. Los bancos ya no están obligados a renovar su alquiler social, tras el varapalo del Tribunal Constitucional al enésimo proyecto de vivienda en Catalunya. Como ellas, se calcula que hay más de 3.000 hogares pendiendo de un hilo en Catalunya.
La suspensión del decreto de vivienda
"No nos queda otra que ir a la calle"
Más de 3.000 hogares vulnerables en Catalunya están pendientes de firmar un alquiler social para tener techo. Muchos ya fueron desahuciados durante la crisis de 2008 y ahora la pandemia les ha vuelto a poner en jaque
Dos mujeres explican cómo sus vidas penden de un hilo, con la ya anunciada suspensión del decreto de vivienda aprobado en 2019
Laura Huamán, junto a sus dos hijos, espera poder renovar el alquiler social que le concedió una entidad financiera hace tres años. /
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