"Esperaba ver allí a mi hermana y llegó la Rogelia". Maximino Arias Lorenzo, asturiano de 85 años, recibió el pasado sábado una de las peores noticias de su vida: su hermana Concepción, o Conchita como él la llamaba, había muerto diez días atrás por covid y estaba ya enterrada pero con el nombre de otra mujer, de Rogelia Blanco, su compañera de habitación en un geriátrico gallego. Nadie le avisó, porque nadie cayó en el tremendo error hasta ese mismo sábado que Rogelia apareció viva por la puerta de su residencia de Xove, en Lugo, tras recibir el alta.
Habla la familia de la fallecida que confundieron con una gallega viva: "Esperaba ver a mi hermana y llegó la Rogelia"
"Es un fallo tremendo. En 85 años que tengo jamás vi ni oí nada igual", se quejan
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