INVIERNO A OSCURAS (3)

"Es muy duro no poderle calentar el biberón a tu hija"

Madre de cinco niñas menores, una con una discapacidad, Milagros vive desde hace nueve años en un piso ocupado en Sant Roc, lo que le impide instalarse un contador

Este enclave de Badalona sufre cortes de luz diarios y el alcalde asegura tener el compromiso de Endesa de regularizar la situación "de las familias que demuestren su vulnerabilidad"

La ola de frío y la pandemia están resultando aún más duras en los barrios que sufren cortes de energía eléctrica a diario. EL PERIÓDICO ha realizado una ruta desde el norte de Catalunya hasta Madrid para recoger historias comunes marcadas por el miedo a vivir a oscuras. Tercera etapa, Sant Roc (Badalona).

Milagros Ramírez y su marido en la puerta de su bloque, en Sant Roc. / JOAN CORTADELLAS

El marido de Marzina Begum es un hombre menudo. Asoma al pequeño comedor con la ayuda de su hijo, que le sujeta de un brazo, y de una muleta en la que se apoya su cuerpo frágil con el otro. Habla muy poco porque apenas sabe español y porque está enfermo y cansado. Sus caídas son frecuentes dentro del piso (sus graves problemas de movilidad y la pandemia hacen que no salga). Todavía más frecuentes y aparatosas cuando se quedan a oscuras, como la otra noche en el baño. Los apagones son una constante, cada día, varias horas, desde el pasado 4 de diciembre en este tramo de la calle de Alfons XII del barrio de Sant Roc de Badalona. El matrimonio, sus dos hijos y su nuera llegaron a la ciudad en 2005 y compraron este pequeño piso en el 2006 “para estar tranquilos”. Marzina trabaja en el turno de tarde en un geriátrico, limpiando y en el servicio de lavandería. Sale de trabajar a las diez de la noche y regresa al barrio, sola, a las diez y media. “Con todo a oscuras; con frío, y no me puedo ni calentar la cena, ni entrar en calor yo”, cuenta agotada, aunque más preocupada por su marido, con discapacidad, y por su hijo, que teletrabaja y no puede hacerlo sin electricidad. “Nosotros somos de Bangladesh, y es normal que allí se vaya la luz cada dos por tres, pero estamos en Europa, pensábamos que aquí sería distinto”, añade decepcionado su otro hijo, recepcionista de hotel en erte.