"Nuestro trabajo consiste en que todo el mundo se pueda despedir de sus allegados cuando se mueren. Les vestimos, les maquilamos, les arreglamos... para que pueda haber un adiós. Y esto es lo que la pandemia del coronavirus no nos deja hacer. Nos impide hacer nuestro trabajo". Así responde Carlos Romera, funerario de Mataró, a la pregunta de como el coronavirus ha impactado en su rutina profesional. Estos trabajadores han retirado cadáveres de los hospitales cuando se llenaron las cámaras frigoríficas de la morgue y asistieron a residencias donde los ancianos fallecían por doquier. La mortalidad se disparó, y ellos fueron los pocos que la veían cada día. Pero lo que más les ha dolido no ha sido el aumento del trabajo sino tener que decir a las familias que el último adiós no era posible.
El último adiós
Funerarios en tiempos de covid: "No podemos hacer nuestro trabajo"
"Lo peor no son las muertes, lo peor es saber que las familias no se podrán despedir", cuentan los funerarios, que insisten que su trabajo consiste en garantizar el último adiós, ahora imposible
El protocolo COVID para evitar infecciones obliga a que las personas fallecidas por esta enfermedad deben permanecer encerradas en bolsas y ataúdes sin poder ser vistas por sus familiares.
Archivo. Unos funerarios recogen un cuerpo de la morgue, que ya viene envuelto en una bolsa de plástico. /
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