Meses antes de la llegada del covid, la plaza de Rafael Ferrer, en el barrio de Sant Ponç, un barrio de clases populares de Sant Celoni que podría ser un barrio de clases populares de cualquier localidad catalana, vivía un momento dulce. Hacía un tiempo que, gracias a la tozudez de una vecina, había reabierto el local de la asociación de vecinos y los cuatro bares de la plaza, epicentro del barrio, tenían también las persianas subidas y las terrazas llenas de vecinas que se paraban a tomar un café a media mañana o una cerveza a media tarde, al volver de hacer la compra o al terminar el turno en la fábrica. "Estas semanas sin bares el barrio ha quedado muerto. Los hemos echado mucho de menos. Mucho", resume Dolors Moré, pieza clave en la tribu del barrio, mientras Jose Antonio Venegas pasa un trapo sobre una de las mesas de Can Tapas, el bar junto a la asociación de vecinos, para preparar la ansiada reapertura.
CRISIS SANITARIA GLOBAL
La vida regresa a la plaza
El fin de semana antes de la reapertura de los bares en Catalunya, dos pequeños locales de un barrio de clases populares explican cómo han vivido el cierre
Denuncian la falta de ayudas, subrayan la incertidumbre del mañana y celebran el apoyo mostrado por sus vecinos, los que más han lamentado su ausencia
Jose Antonio Venegas levanta la persiana de Can Tapas, este sábado. /
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