MOVILIDAD EN TIEMPOS DEL COVID

Bus y metro: la pandemia que no fue

El transporte público pierde la mitad de los viajeros por una desconfianza que los estudios desmienten

La aglomeración matinal no permite respetar la distancia, pero el uso de la mascarilla es casi del 100%

Andén de la parada de La Sagrera de la línia 1 d metro, a primera hora del pasado 27 de octubre / RICARD CUGAT

Lo difícil de las etiquetas sociales y urbanas es conseguir quitarlas. Le pasó a determinados barrios de Barcelona, cuando se les vinculaba con la herorína y la delincuencia y tardaron años, décadas, en suavizar ese sanbenito. Ahora uno de los mitos más comunes es que el transporte público es una mina de virus, un campo de cultivo perfecto para la propagación del covid. Por mucho que se hable de la limpieza o la renovación del aire, basta una foto en hora punta en las redes sociales para fulminar los esfuerzos en pedagogía. Es, la de un vagón con viajeros asardinados, una imagen muy poco acorde con uno de los tres mandamientos de la pandemia: manos, mascarilla y distancia. Y así es cómo bus, tren y metro llevan hoy a la mitad de viajeros que el año pasado, y cómo el vehículo privado recupera el terreno que tanto costó arañarle. Tampoco la política ayudó cuando todo esto empezaba. El ministro de Transportes y Movilidad, José Luis Ábalos, por ejemplo, dijo que el vehículo privado era una buena alternativa para garantizar la distancia entre viajeros. Eran otros tiempos.