En la zona sur de Badalona, donde se encuentra el barrio más pobre de Catalunya, el Centre Sant Jaume, de la Fundació Carles Blanch, trabaja para que niños y jóvenes en riesgo de exclusión tengan oportunidades de futuro. Forma parte del programa CaixaProinfancia, de la Fundación «La Caixa», que el pasado año atendió a más de 62.000 menores y 37.000 familias en 125 municipios de España, con más de 60 millones en ayudas educativas y sociales. Grau Ussetti, director del Sant Jaume, defiende más que nunca el valor de la escuela.
-¿Con la pandemia se ha retrocedido en la lucha contra la pobreza y la exclusión social?
-Trabajamos con indicadores de riesgo, y hemos visto que cómo iban creciendo en ámbitos que más o menos estaban consolidados y que garantizaban que las familias pudieran aportar cierta situación de tranquilidad a sus hijos. El drama de muchas familias durante el confinamiento fue sobrevivir. Y eso, como sociedad y en un contexto de estado del Bienestar, no lo habíamos visto nunca.
-¿Qué lecciones saca de la gestión de la crisis?
-La sociedad necesita de una mejor y más rápida respuesta de los diferentes agentes (administración y entidades). Hemos evidenciado que no tenemos los espacios de coordinación ni los protocolos necesarios para ser eficaces y equitativos con las personas que más lo han necesitado. La administración no ha liderado las mesas de coordinación para dar un mensaje claro sobre la intervención a realizar y aprovechar los recursos disponibles. Los esfuerzos deben estar bien coordinados para que nadie se quede sin respuesta. Además, tenemos la oportunidad de repensar qué modelo económico, social y de escuela queremos; el papel del Estado en la protección de las personas y cómo garantizamos el derecho a vivir con dignidad y el derecho de los niños a crecer en entornos seguros.
-¿Cuál fue la respuesta del programa CaixaProinfancia?
-Reaccionó rápidamente. Fue además una respuesta clara y con diálogo con las entidades. El 23 de marzo confirmó que destinaba tres millones de euros en ayudas alimentación y proveyó de material para que los niños pudieran seguir con sus procesos de aprendizaje. Todo esto nos dio la tranquilidad de saber que podríamos seguir atendiendo a las personas que estaban dentro del programa, aunque la intervención fuera diferente.
-Los niños han vuelto al cole.
-¡Por suerte! El confinamiento también hizo mucho daño a nivel educativo. Pero hay niños que el lunes no empezaron el cole y no saben cuándo volverán. Sus familias han decidido que la escuela no es un entorno seguro; tienen miedo. Los mensajes que han llegado de algunos responsables públicos quizás no han sido suficientemente tranquilizadores o claros hacia las familias.
-¿A qué se refiere?
-Al posicionamiento y mensaje de la Fiscalía del Estado manifestando que perseguirá el absentismo escolar injustificado por el covid y que para ello tomará en cuenta los riesgos sanitarios tanto en el ámbito escolar como familiar. La experiencia nos dice que estos mensajes no ayudan a que las capas con más riesgo de exclusión cambien su actitud sobre la necesidad de asistir a la escuela. Al contrario, diferentes procesos derivados de la fiscalía que no acaban responsabilizando a los adultos dan a las familias el convencimiento de que al final no pasa nada si sus hijos e hijas no van a la escuela. Debemos garantizar el derecho de los niños a la educación.
-Ustedes que llevan años luchando contra el absentismo escolar ¿cómo se les convence?
Hay que ser más pedagógicos. El encargo y el reto de la escuela es grande, pero el de la administración y el conjunto de la sociedad también: es necesario que los niños y jóvenes encuentren en la escuela la seguridad y las oportunidades para convertirse en personas de presente y futuro pos-covid, formadas y sanas ¡en todos los sentidos!
Un futuro de oportunidades
EL PERIÓDICO y Fundación La Caixa dan voz cada semana a los perfiles sociales, culturales y científicos que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunidades para todos