REIVINDICACIÓN RURAL

Tejiendo el 8-M en la España vaciada

Una de las ocho instalaciones artísticas del proyecto ’Sororidad Serranía’ que reivindican a la mujer rural ante el 8M / Miguel Lorenzo

La España vaciada vuelve estos días a las ciudades a reclamar atención e igualdad de oportunidades pero esta vez lo hacen las mujeres. Este domingo, dentro de los actos del 8-M, centenares de ellas han cruzado juntas en València el puente de Los Serranos, antiguo acceso a la capital, para hacer visibles unas reivindicaciones que, en forma de coloridos hexágonos de lana, habían colgado ya desde unos días antes de varios edificios históricos como intervención artística.

Todo forma parte del proyecto ‘Sororidad Serranía’, surgido en Los Serranos, una de esas comarcas cada vez más desiertas. Durante un año, 650 mujeres, de entre 12 y 96 años, y de dieciocho municipios diferentes han tejido juntas sesenta mil piezas guiadas por la idea de hacer visible y reivindicar a la mujer rural, tal y como explica a EL PERIÓDICO María José Cabanas, directora artística del proyecto de la asociación 'Hilando vidas'.

“Hay que revalorizar esa figura y darle el protagonismo que merece, que se pueda desarrollar a nivel personal, profesional y familiar en el lugar en el que vive”, explica. A los obstáculos comunes con los hombres por la falta de salidas profesionales o de servicios como colegios, ellas suman los que tienen como mujeres.

“En el mundo rural el tema patriarcal está mucho más asentado, mucho más normalizado”, admite esta profesora de Bellas Artes en la Universitat Politècnica. Entiende que haya mujeres que estén cómodas con determinados roles pero subraya que se deben asumir por elección propia. “No me gusta hablar de modelos mejores o peores, no me parece mal que una mujer elija un modelo u otro pero debe ser una elección libre”, recalca. Y eso implica tener otras opciones donde escoger.

“Será maravilloso cuando la mujer tenga las mismas opciones que un hombre para dirigir una cooperativa. O, por ejemplo, ahora que hay muchas alcaldesas y concejalas, que pudieran estar en todas las áreas de gobierno”, explica Cabanas, que remarca que “es un trabajo común en el que mujeres y hombres debemos sumar y unir fuerzas” y que afirma que en los últimos años se empiezan a ver cambios.

Arte, género y edad

Cuando buscaban un proyecto artístico que pudiera ser su “altavoz”, cuenta que buscaban algo con lo que las mujeres de la comarca se sintieran “identificadas” y pensaron en “tejer”. “Se trata de una actividad relacionada habitualmente con mujeres mayores y en un ámbito privado pero la sacamos de ahí. Ya no es una cosa de casa y de abuelas. Ha sido la excusa perfecta para que generaciones distintas conversen, el arte es también terapia. Además, al convertir esos tejidos en obras de arte, ahora se dan cuenta del valor de las cosas que hacen”, destaca.

Son ocho intervenciones, desde 'Bosque de Sororidad' a 'DiAles: Diversas e Iguales', con piezas tejidas a mano en forma de panal de abeja para simbolizar el trabajo en equipo y que se agarran a las facahadas para "impregnar de la nueva hermandad entre mujeres los muros de las casas".

Cabanas destaca cómo la reivindicación común ha tejido complicidades. “Las jóvenes se han enganchado, han visto la base del discurso y dónde queremos llegar y se han visto identificadas. Han visto que les toca dar un paso adelante para poder elegir que quieren ser. Han tejido, han grapado y por ejemplo han sido fundamentales en la difusión del proyecto por redes sociales”, desgrana.

Y las mayores han asumido como propias las reivindicaciones. “Asimilaron desde el minuto 1 el proyecto, que esto no era tejer por tejer, que eran obras de arte con mensaje. Si trabajábamos la violencia de género en una instalación te lo contaban tal cual. Sabían que por una parte estaban homenajeando a sus madres y por otra que son el telar en el que se apoyan las más jóvenes”, se felicita. Este año, la sororidad del 8M llega hilada.

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