Eglantyne Jebb, una gran desconocida en la historia de los derechos humanos

Un autorretrato de Eglantyne Jebb al que llamó ’The Champion Walker’ (La caminante campeona). / Archivo histórico (Save the Children)

“La historia la cuentan siempre los vencedores y las mujeres hemos sido las vencidas en todas las guerras, no solo de las bélicas”. 

La otra historia. Tertulia Feminista Les Comadres.

Mujer, pionera, que rompió esquemas y cambió mentalidades. Así fue Eglantyne Jebb, la fundadora de Save the Children, que consiguió que el mundo mirara a los niños y las niñas desde otra perspectiva: no solo como objetos de protección sino, por encima de todo, como sujetos de derecho.

La aportación que hizo Jebb a la infancia va mucho más allá de la creación de Save the Children. Ella redactó el borrador de los derechos de la infancia que más tarde evolucionaria en el que hoy se conoce como la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).

¿Por qué una mujer que hizo tanto para la historia de la humanidad es tan poco conocida? La galardonada escritora Clare Mulley quedó fascinada al conocer algunas pinceladas de la vida de Jebb y decidió indagar más. Fruto de esta investigación escribió el libro “La mujer que salvaba a los niños”.

¿Quién era Eglantyne Jebb?

C.M: Eglantyne Jebb era una mujer excepcional. Nació en 1876 en una familia acomodada en Shropshire, en el norte de Inglaterra. Se esperaba que fuera esposa y madre, pero Eglantyne siempre desafió las convenciones, todo lo que le gustaba de los límites era traspasarlos.

Después de la Primera Guerra Mundial, en 1919, salió a las calles de Londres para repartir folletos donde mostraba los estragos que el bloqueo económico británico estaba causando en los niños austríacos. La policía la arrestó. Pero decidió aprovechar la ocasión y ella misma llevó su propia defensa basándose en que era un caso moral. La declararon culpable y le impusieron una multa de cinco libras esterlinas. Pero el propio fiscal, simbólicamente, le dijo que le pagaría la multa y le dio las cinco libras. Ella dijo que no, que utilizaría estas cinco libras para crear un nuevo fondo para ayudar a los niños en Austria. Y así se creó Save the Children.

¿Cómo la describirías en tres palabras?

C.M: Fue una mujer carismática, de gran ingenio y con mucha pasión por todo lo que hacía. Tuvo el coraje de mirar desde una perspectiva diferente.

¿Desde qué perspectiva?

C.M: Ella no era para nada maternal. Ella solo quería ayudar a los niños y las niñas desde la distancia. Vio la devastación de la guerra y no quería dejar que eso volviera a suceder. Y eso para ella significaba invertir en los jóvenes, en las generaciones futuras. Eglantyne Jebb no era sentimental, era estratégica. Ella veía a los niños como individuos, y este enfoque era mucho más estratégico ya que le permitió alcanzar logros a una escala diferente. Se centró en lo macro, no en lo micro.

 ¿Por qué es una figura desconocida en la historia?

C.M: Creo que tiene que ver con dos cosas. Primero que era mujer. Una mujer moderna, valiente, muy avanzada a su época. Una mujer que desafió las convenciones y los líderes (hombres) del momento. Además, se enamoró dos veces en su vida, una vez de un hombre y otra de una mujer. No creo que Eglantyne se considerara lesbiana, solo trataba a todas las personas como individuos.

Eglantyne murió en 1928, pero durante décadas hablar abiertamente de que la fundadora de Save the Children era homosexual hubiera supuesto perder el apoyo público y la organización lo necesitaba para luchar por lo que tanto había peleado Eglantyne: salvar vidas y mejorar la situación de los niños y niñas en todo el mundo.  

Como biógrafa, ¿cómo conectas con el personaje?  

C.M: Cuando leemos un libro sobre alguien queremos leer sobre cosas excepcionales, no queremos leer sobre alguien que se cepilla los dientes, sino alguien que fue pionero en algo. Pero tenemos que entender todos estos pequeños detalles porque es la manera de conocer a la persona. Necesitas tanto la familiaridad como la excepcionalidad. Hubo muchas veces que sentí una verdadera empatía con ella, pero traté de no ponerme completamente en su lugar, porque yo no era ella, y se tenía que entender el contexto de su época, por eso siempre intenté mantener cierta objetividad. Es una persona que me inspiró mucho, por supuesto. Ella decía que la inspiración le venía de los lugares solitarios.

¿Así le llegó la inspiración que le serviría para sentar las bases de la Convención sobre los Derechos del Niño?

C.M: Seguramente sí porque fue en 1922 mientras escalaba con sus largas faldas y botas ajustadas la cima del Mont-Salève en Ginebra cuando tuvo un momento de reflexión. Pensó en los niños y se le ocurrió este concepto absolutamente revolucionario de que todos los niños y niñas en todas las partes del mundo debían tener los mismos derechos humanos. Por eso escribió un texto de 5 puntos que se centraba en el bienestar del niño y reconocía su derecho al desarrollo, asistencia, socorro y protección lo que acabó conociéndose como la Declaración de Ginebra de 1924, el primer texto histórico que reconoce la existencia de derechos específicos para los niños y niñas, además de la responsabilidad de los adultos sobre su bienestar.

¿Con qué frase de Eglantyne te quedarías?

C.M: Tiene muchas, pero creo que me quedaría con una que es muy cierta y muy inspiradora: “Save the Children escucha a menudo que sus objetivos son imposibles, que siempre ha habido sufrimiento infantil y siempre lo habrá. Sabemos que nada es imposible a menos que nosotros lo hagamos imposible. Solamente es imposible lo que nosotros nos negamos a intentar".