NOVEDADES EN LA ENSEÑANZA

La educación catalana empieza a asumir al fin la reforma horaria

Los alumnos de secundaria de los 25 nuevos institutos escuela comerán en el cole y no a media tarde en casa

Los centros concertados con cuotas de hasta 900 euros ya han sido avisados de que puede quedarse sin ayuda

Dos hermanos, en su última semana de vacaciones, camino del casal de verano, en Barcelona  / JORDI COTRINA

Con las sillas aún por desprecintar y un leve aroma a pintura, el 'conseller' de Educació, Josep Bargalló, ha presentado este miércoles las novedades del nuevo curso escolar 2019-2020, que arranca oficialmente el 12 de septiembre. Esta puesta de largo solía realizarse en la sede del 'departament', pero para este año se ha elegido el nuevo instituto escuela Arts, sito en el distrito de Sants-Montjuïc, en Barcelona. Como su nombre indica, se trata de un centro que aglutina la enseñanza primaria y secundaria. Otros 24 se estrenarán en toda Catalunya y albergarán a cerca de 10.000 alumnos, y como novedad, los adolescentes comerán en el centro sobre la una del mediodía y no a la salida, lo que les colocaba ante el guiso, en algunos casos, más allá de las cuatro de la tarde. Un pequeño paso para la enseñanza, pero un gran paso para la reforma horaria, ya que la idea es que el nuevo método se vaya extendiendo por todo el territorio. 

Los expertos en la materia llevan ya tiempo advirtiendo sobre los efectos que la alimentación tiene sobre el rendimiento escolar. Empezar las clases a las nueve de la mañana y no llevarse casi nada al estómago hasta seis o siete horas después no va precisamente a favor de la educación competencial que defiende el Govern. O a favor de la educación a secas. Porque baja el nivel de atención, porque se hunde la motivación, se mina la creatividad y, en definitiva, a última hora se tiene chavales arrastrados. De ahí que los gurús de la reforma horaria, con Fabian Mohedano a la cabeza, lleven años con el traje de mosca cojonera intentando que la cosa pública escuche, no solo a ellos, sino también a los médicos y psicólogos que defienden una organización más europea de la vida

Ayudó que la Fundació Bofill presentara el pasado julio un sesudo informe que, bajo el título 'Educación a la hora', reflexiona sobre la necesidad de establecer "un horario y una jornada escolar pedagógicamente positivos, laboralmente razonables y socialmente satisfactorios". El documento aboga por eliminar la jornada continua en la ESO, lo que implicaría comer en el propio centro y salir algo más tarde. "La organización actual impone un ritmo de trabajo estresante tanto para el alumnado como para los docentes y no garantiza que las actividades educativas se realicen dentro de unos horarios saludables". 

Carles Martínez, secretario de Polítiques Educatives, ha explicado a este diario que lo ideal, siempre respetando la independencia y el poder de decisión de cada instituto, es que los chavales coman en media hora o 45 minutos, y que la salida de las aulas se produzca sobre las cuatro de la tarde. "Con los institutos escuela marcamos una tendencia. Todos los centros de nueva construcción asumirán este nuevo modelo y la idea es que, aunque no hay un calendario concreto, la red de escuelas públicas acaben por asimilar tarde o temprano estos nuevos horarios". "No puede ser -prosigue Martínez- que a las cuatro de la tarde hagan su primera comida caliente del día, es un drama, porque su rendimiento baja mucho, y el debate no es tanto si el horario es o no partido, sino de que tengan una vida saludable". La propuesta, sin embargo, genera cierto malestar entre parte de la comunidad educativa, que no vea con buenos ojos que se plantee alargar su jornada de trabajo. Hasta la fecha, de los 29 institutos escuela ya operativos, una quincena alargaban la jornada un par de tardes después de comer. Este año seguirán igual, pero la idea es que en próximos cursos, el total de 54 institutos escuela, más los que vengan, echen de comer a los chavales. 

Tal y como están las cosas, con dos años seguidos de prórroga de presupuestos en el Govern, es comprensible que Martínez no se atreva a aventurar una hoja de ruta. Porque si en los nuevos edificios el reto se presenta más asequible porque se integra de serie, en los centros ya existentes el desafío es mayor. Se puede optar por recuperar las cantinas escolares cerradas en tiempos de Artur Mas e Irene Rigau (la mayoría fueron convertidas en aulas), se puede apostar por los servicios de catering o por que los alumnos traigan la comida de casa y la calienten en el colegio. Lo que también está por ver es cómo afectaría la comida a las cuotas que las familias pagan por la escolarización de sus hijos. En la cartera educativa, la reforma horaria, con frentes abiertos en materia comercial, laboral, económica, cultural y mediática, tiene en el tintero reflexiones como las actividades extraescolares, que terminan excesivamente tarde, o la hora de entrada matinal. 

Menos niños, más profes

Por lo que respecta al nuevo curso, las clases amanecerán el día 12 con 3.200 alumnos menos que el año anterior (10.000 menos en infantil y primaria, 7.000 más en secundaria, una tendencia que se mantendrá en el futuro, y un importante crecimiento del 12% en la formación profesional), pero con 723 docentes más. Estas cifras implican una ratio de 13 alumnos por maestro en primaria y de 10 en la etapa de secundaria.

La temporada vendrá marcada por la prórroga presupuestaria. A pesar de las estrecheces se impulsará la comunicación oral a través del programa 'tenim la paraula', con el que se pretende trascender a la normativa ortográfica para potenciar la comunicación directa, y se dará salida a un nuevo plan de prácticas educativas que convertirá unos 60 centros de Catalunya en escuelas de referencia para los profesores del futuro, evitando así la dispersión algo desordenada que imperaba hasta la fecha. El 'conseller' también ha hecho referencia a las cuentas de la Generalitat al repasar la situación de los colegios con barracones. Este año se han retirado 57 módulos, pero se han colocado otros 55, con lo que la cifra final queda en 1.013 repartidos por toda Catalunya. La construcción de 27 escuelas aprobadas el pasado abril reducirá en 100 esa cifra. "Siempre tendremos unos 300 por razones estructurales, pero los otros 700 no deberían estar y la única manera de retirarlos es con más presupuesto".

Bargalló ha explicado que 16 escuelas de titularidad municipal, privada o concertada están en negociaciones con Educació para integrarse en la red pública y ha hecho referencia a las cuotas excesivas que, a su parecer, imponen algunos colegios con concierto a las familias. Cuando la comisión que estudia el coste de la plaza escolar aporte sus conclusiones, el Govern llamará la atención a los que sobrepasen en exceso el dictamen de ese informe. "Algunos cobran 75 euros y otros, 900. A los que les hemos dicho que tengan cuidado, obviamente, es a los de 900 euros".