La historia nos dice que tenemos que votar por la infancia en estas elecciones europeas

niños Save the Children / Alba Lajarín (Save the Children)

Europa ha recorrido un largo camino desde 1919 en lo que se refiere a protección de la infancia. Sin embargo, no podemos olvidar, en este año electoral clave, que debemos ser solidarios y romper los ciclos de pobreza, desigualdad y conflicto que aún afectan millones de niños y niñas en todo el mundo.

Imaginad por un momento a miles de niños muriendo de hambre como resultado de un bloqueo. Pensad en su llanto y en cómo se les niega el acceso a la comida mientras la comunidad internacional es indiferente a su sufrimiento. Esto podría describir a la Europa de 1919, pero también a Yemen hoy, donde se estima que 85.000 niños y niñas han muerto por desnutrición a causa de una guerra provocada por adultos.

En 1919, a muchos niños europeos se les negó la ayuda humanitaria durante el bloqueo de los aliados tras la Primera Guerra Mundial. Esto es algo que no debemos olvidar cuando nos dirijamos a las urnas para votar en las elecciones al Parlamento Europeo: Europa se levantó de las cenizas del conflicto para convertirse en un continente en el que generaciones de niños y niñas no solo sobreviven, sino que también prosperan y disfrutan de sus derechos.

Este año Save the Children celebra su centenario La decisión y entrega de una joven británica, Eglantyne Jebb, detenida en 1919 por defender a los niños y niñas hambrientos –los llamados "niños enemigos"– en países como Alemania y Austria, fue la semilla de un fondo que se destinó a ayudar a estos niños, lo que a su vez hoy se ha convertido en el movimiento global de Save the Children. Gracias a ese gesto de solidaridad, en 2019 nuestra organización trabaja con y para niños y niñas en más de 120 países en todo el mundo.

Eglantyne Jebb dijo hace un siglo: "Todas las guerras, ya sean justas o injustas, desastrosas o victoriosas, son guerras contra la infancia". Estas palabras tienen hoy más sentido que nunca: en las guerras actuales, por cada soldado muerto en combate, cinco menores son asesinados. Como ella afirmaba, la infancia tiene derechos; da igual si hablamos de niños o de niñas, de menores que nacen en un país en conflicto como Yemen o en un campo de refugiados como el de Zataari, de adolescentes en una comunidad marginada o en un hogar pobre y roto en Europa. No podemos permanecer callados cuando a millones de niños y niñas se les está robando la infancia.

Hemos logrado muchas cosas siguiendo el comportamiento audaz de Jebb y de otros como ella. Gracias a eso, se ha implantado en los tratados internacionales y de la UE la idea de que todos los niños y niñas tienen derecho a sobrevivir, aprender y vivir protegidos de la violencia como parte integral de los valores europeos. Asímismo, los derechos de la infancia también son reconocidos universalmente en el tratado internacional más ratificado, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, adoptada hace 30 años.

Sin embargo, en 2019 la infancia en Europa, y más allá de sus fronteras, aún se enfrenta a enormes barreras para alcanzar su potencial: la austeridad y la creciente desigualdad implican que más de 25 millones de niños y niñas europeos están en riesgo de pobreza y exclusión. Muchos niños y niñas viven marginados porque tienen discapacidades, porque provienen de un grupo minoritario o crecen en instituciones fuera del entorno familiar. Especialmente a los menores migrantes y refugiados se les excluye socialmente por su procedencia y a menudo se les niega el acceso a los servicios sociales más básicos.

Nos estamos preparando para ir a las urnas europeas en un momento en el que nuestro debate político está nuevamente dominado por narrativas nacionalistas y excluyentes. En Europa, por primera vez en una generación, a los padres y madres le preocupa que sus hijos no tengan un futuro tan brillante como el que ellos han tenido. Pero debemos recordar nuestra historia y lo que hemos logrado desde los días oscuros de la guerra y la división. Es crucial que reafirmemos nuestros valores y aspiraciones, en lugar de volver a la exclusión. También debemos proteger a los niños y niñas de todo el mundo de la idea de que primero hay que "proteger a los de dentro, a los nuestros". El camino al éxito para Europa es que tratemos a todas las personas igual, independientemente de su procedencia o del color de su piel.

Por todo ello, un grupo de organizaciones europeas que defienden los derechos de la infancia –en el que se incluye Save the Children– está pidiendo a la sociedad que en las próximas elecciones europeas voten por los niños y niñas. Como organización, También hacemos un llamamiento a los candidatos y líderes europeos para que se conviertan en “campeones” para los niños y niñas con la campaña #ChildRightsChampion y se comprometan a priorizar a la infancia y a defender sus derechos.

En esta era de incertidumbre, necesitamos una Europa que gobierne pensando en los niños y niñas. Esto significa invertir en infancia y escuchar sus problemas. Como hemos visto recientemente, los niños deben ser parte de la solución: solo hay que ver a estudiantes como Greta Thunberg, una de las activistas por el clima más destacadas, haciendo propuestas a adultos y gobiernos de todo el mundo. Ante el acceso desigual a la educación, la salud y los servicios, las incertidumbres sobre el empleo en la era digital y el mayor factor desestabilizador de todos, el cambio climático, los jóvenes activistas de hoy tienen razón al llamar nuestra atención.

Es fácil olvidar. Han pasado 100 años desde la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, debemos recordar que el enfrentamiento se cobró la vida de una generación de niños, niñas y jóvenes. Tenemos que reflexionar sobre lo que hemos logrado estas décadas y lo mucho que hay en juego. Es fundamental revisar las raíces de un proyecto europeo que se basa en la paz y la solidaridad.

Debemos aprovechar la oportunidad de estas elecciones europeas para llevar nuestra historia al próximo capítulo, para combatir la violencia y la desigualdad que dejan a demasiados niños y niñas marcados y excluidos. Aún hoy 100.000 menores mueren cada año por culpa de conflictos como el de Yemen y Siria. Europa tiene un papel que desempeñar para detener la guerra contra la infancia más allá de sus fronteras. Es responsabilidad de todos nosotros asegurar que los niños y niñas estén protegidos, así como reconocerles como actores fundamentales de cambio para lograr la paz.

La sociedad europea ha prosperado unida en la solidaridad. Se lo debemos a los niños y niñas que no tienen voz y a los que sí la tienen. Cuando votemos, reafirmemos nuestro compromiso y protejamos activamente los derechos y el futuro de todos nuestros niños y niñas.