La psicóloga Susana Jiménez-Murcia, coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, aporta una serie de claves para discernir cuándo el exceso en el uso de videojuegos se convierte en patología. Si se cumplen cinco de los siguientes nueve criterios durante 12 meses, puede establecerse el diagnóstico de adicción a videojuegos:
Primero
Preocupación por los videojuegos que, además, se convierten en la principal actividad de la persona.
Segundo
Síntomas de abstinencia cuando no se juega que, básicamente, consisten en intensas emociones de irritabilidad, ansiedad y tristeza.
Tercero
Síntomas de tolerancia que se expresan a través de la necesidad de jugar cada vez más.
Cuarto
Fracasos repetidos por controlar o reducir la participación en los videojuegos.
Quinto
Pérdida de interés por mantener relaciones sociales en la vida real y por aficiones e intereses previos.
Sexto
Persistencia de un patrón de juego excesivo, a pesar de los problemas psicosociales derivados de esta actividad.
Séptimo
Mentir para ocultar la implicación en los videojuegos, tanto a familiares como a terapeutas.
Octavo
Uso de los videojuegos para regular estados emocionales negativos.
Noveno
Perder oportunidades académicas, profesionales, familiares, etcétera, o ponerlas en riesgo, por seguir jugando.
Existe, sin embargo, agrega la doctora, un aspecto nuclear para el diagnóstico de adicción a los videojuegos: que "esta conducta tenga una repercusión clínicamente significativa para el individuo". Este punto puede ayudar a diferenciar claramente lo que puede ser una conducta problemática o excesiva (que puede autorregularse sin necesidad de tratamiento especializado) de una verdadera adicción.