Día de duelo en el muelle de pescadores de Barcelona

Ni la flota de arrastre ni la de cerco han faenado este martes, primer día sin El Fairell

El pesquero hundido es propiedad de los 'Pau', una dinastía histórica de marineros de la Barceloneta

La mayor parte de la flota pesquera de arrastre de Barcelona ha participado en las labores de búsqueda de El Fairell. / EFE / ANDREU DALMAU

A las cuatro de la tarde, en el muelle de los pescadores de Barcelona siempre hay jaleo. Acaban de atracar los pesqueros y las cajas de mercancía vuelan de la cubierta al hormigón de la dársena. Los compradores esperan en la lonja a que empiece la subasta. Los mecánicos trabajan para reparar las embarcaciones y se estiran las redes que han quedado maltrechas. Este martes no había jaleo. No era un día normal. Faltaba El Fairell.

La flota de pesca de arrastre, en señal de duelo, hoy no ha faenado. Tampoco lo hizo anoche la de pesca de cerco. Por la mañana los barcos han zarpado únicamente para buscar a los dos marineros desaparecidos y han dejado escapar el resto de la tarde amarrados, mecidos por el movimiento suave de las aguas de un puerto en silencio.

FAMILIA DE PESCADORES

El pesquero que se hundió el lunes a tres millas de la costa catalana (unos cinco kilómetros), arrollado por la fuerza de un petrolero ruso, pertenece a los 'Pau'. Con ese sobrenombre se conoce a la familia de pescadores Huguet, una dinastía cuyas raíces se pierden en el barrio de la Barceloneta. Se les llama así porque un abuelo, o quizá era un bisabuelo, se llamó Pau. Y con él empezó la tradición.

La generación que la encarna actualmente la forman dos hermanos, Toni y Pascual. Entre los dos suman tres de los 11 barcos de la cofradía: El Fairell, La Ferrosa y el Sant Pau. El barco siniestrado pertenece a Toni, y el patrón es uno de sus dos hijos gemelos. El día más duro para esta familia de pescadores ha llegado cuando ya no se cuentan tragedias como la de El Fairell, porque las batallas de hundimientos siempre hablaban del pasado, hasta ahora. 

Los dos marineros que siguen desaparecidos son la parte más triste de esta historia. Eran inmigrantes, procedentes de Marruecos y de Senegal. Ambos llevaban tiempo pescando para ganarse la vida. Sekou vino junto a otro compañero de Betenti, una zona costera de Senegal, ubicada junto a Gambia. Una parte del jaleo que faltaba en el puerto, tendría que hacerla él.