promoción inmobiliaria

Unos okupas se apoderan de seis pisos a punto de entregar en La Llagosta

Los legítimos propietarios tenían que entrar a vivir el mes que viene

Mossos y periodistas, en la entrada del edificio okupado en La Llagosta. / FERRAN NADEU

La ilusión de recibir las llaves del piso que acabas de comprar, abrir la puerta y entrar se ha convertido en tan solo eso, una ilusión, para media docena de familias de La Llagosta. Sin poder hacer nada para evitarlo, han visto cómo un grupo de okupas han accedido a los hogares de sus sueños y se han instalado cuando faltaban tan solo unos pocos días para que entraran a vivir. Todo con total impunidad, pese al compromiso del ayuntamiento de ayudar a los afectados.

Tenían que recibir las llaves de sus nuevos domicilios entre el 9 y el 20 de marzo, pero, aunque eso ocurra, las seis familias afectadas ya no serán las primeras en vivir en sus pisos. Los okupas decidieron el martes por la noche entrar a vivir en ellos sin permiso, por la fuerza y aprovechando que se trata de una promoción que lleva años construida sin que nadie haya podido residir en ella.

CON DUEÑO APALABRADO

Se trata del bloque de edificios que se encuentra en el número 2 de la calle de Sant Francesc, una promoción con 12 viviendas, 11 de las cuales ya tenían dueño apalabrado. Pero eso no lo sabían los okupas. Alegan que desconocían que hubiese un propietario a punto de entrar a vivir, dado que llevaban muchos años cerrados a cal y canto.

El edificio, que se empezó a construir en el 2008, pertenecía a una de tantas constructoras que quebró víctima de la crisis económica. Fue una entidad bancaria, en este caso el BBVA, quien se apropió de la finca para finalizar la obra pendiente y proceder al proceso de incorporación a su bolsa de vivienda.

Los ocupas se han apoderado de varios de los pisos, varios de ellos dúplex, a los cuales accedieron a través de la 'sofisticada' técnica de la patada. En su interior ya se han hecho suyos los suelos y las paredes, con lo justo para vivir y dormir. Aseguran que no se marcharán si no se les facilita otro lugar donde instalarse y, para ello, aseguran que es necesario que el banco tome cartas en el asunto.