Lo suyo, dicho a grandes brochazos, consiste en investigar los mecanismos de defensa que permiten que algunas personas -una minoría- que han contraído el VIH puedan hacer frente por sí solos a la enfermedad o no lleguen a infectarse nunca pese a estar expuestas al virus continuamente. Conocer estos botones, pues, «permitirá reforzar la inmunidad frente al VIH en el resto de la población a través de nuevas terapias y/o vacunas», explica la bióloga Marta Ruiz Riol. A pesar de cumplir a rajatabla con el fenotipo del buen científico («inquietud, creatividad, perseveranacia y tener la mente abierta a ideas nuevas aunque impliquen romper dogmas y cambios de paradigma»), tras la elección de su campo de investigación hay una pulsión personal: después de acabar la carrera, fue diagnosticada de un tipo de diabetes autoinmune y decidió dedicar sus tesis doctoral precisamente a la autoinmnidad.
¿Los peajes de la investigación? «En general se trabaja con fechas límites y bajo mucha presión, aunque no es incompatible con la vida personal», afirma la científica, madre de de un niño de 2 años. ¿Y los objetivos? «Lograr estabilidad contractual y llevar una línea de investigación independiente». «Los problemas con la financiación -añade- llegan a ser bastante más frustrantes que la obtención de resultados fallidos y las horas de experimentación en vano».