Discriminación por la apariencia física

«Al principio me observaba, luego ya dejé de mirarme en los espejos»

«Al principio me observaba, luego ya dejé de mirarme en los espejos»_MEDIA_1 / JOAN CORTADELLAS

Chusa Olivares recuerda con lucidez el momento en que comenzaron sus problemas de autoestima. Tenía 8 años y una profesora de gimnasia del colegio le dijo que le pesaba el culo. «Al principio me observaba, luego ya dejé de mirarme en los espejos».

A los 17 o 18 años le dieron pastillas saciantes para dejar de comer. Durante años pasó por varias dietas. También por varios endocrinos. La familia la animaba a adelgazar. «Por tu bien», le decían. También notaba que la actitud de la gente cambiaba con ella a medida que iba adelgazando.

Llegó a estar en la lista de espera para operarse de obesidad mórbida. Y fue en esa unidad donde le diagnosticaron una enfermedad que todos los médicos que la habían tratado hasta entonces habían pasado por alto: la bulimia.

Comprendió que no quería operarse, que no estaba para que le redujesen el estómago. Ahora sigue «una dieta normal», explica. Está haciendo las paces consigo misma y con la alimentación. Y poco a poco va superando el trastorno de conducta alimentaria.

Cuenta que hace unos días fue a una charla sobre la homosexualidad y, sin serlo, se sintió identificada. «Cambiabas la palabra homosexual por gorda y era lo mismo. La misma discriminación».

Considera que la gordofobia se encuentra en varios sectores: en el laboral, porque los compañeros y jefes piensan a primera vista que eres una persona vaga o dejada; en el médico, porque los profesionales sanitarios también tienen prejuicios y relacionan cada problema de salud que tienes con el peso, antes de analizarlo; y en el social, porque las miradas están ahí.

Por eso cree que la lucha comienza ahora. Y para eso hay que hacer las paces con el cuerpo y hacer visibles los problemas de la gente que sufre gordofobia.