Al final del verano, en Catalunya el debate se había enconado. A un lado, los que decían que los niños aquí no pasan hambre y que sostenerlo es alarmista e indeseable. Agregaban que sí los hay que no pueden comer como deberían, pero que eso pasa en todas partes. Al otro, los que consideran que aunque no haya que hablar de desnutrición, sino de malnutrición, el fenómeno es alarmante y obliga a actuar.
Es probable que Ignasi Sagalés esté en el segundo grupo. Vive en la trinchera social. Es director de la Associació Educativa Integral del Raval, en la Rambla del Raval, uno de los 19 centros abiertos de Barcelona que en adelante --y ya durante las últimas semanas del curso pasado-- cuentan con el apoyo económico del ayuntamiento para ofrecer una merienda a los niños, a los que atienden de septiembre a junio, de lunes a viernes.
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