DEBATE REABIERTO TRAS DOS ACCIDENTES

'Castells' más seguros

Las caídas de las torres humanas han disminuido más de la mitad en 16 años pese a que la actividad vive el momento de mayor expansión

Las lesiones graves también descienden

La caída del pasado domingo de un castell en las fiestas de Gràcia, que causó un herido grave por una lesión medular, ha devuelto a la actualidad el debate sobre la seguridad en esta actividad cultural declarada patrimonio de la humanidad. Solo ha hecho falta que este lunes se suspendiera la diada de Sant Magí de Tarragona, después de otra caída con una docena de contusionados, para que la atención se centre en un aspecto negativo de los castells, pero que forma parte de su normalidad. «El riesgo cero no existe», alegan irritados los castellers, que son muy conscientes de que a veces ocurren «accidentes graves», pero también destacan que su actividad no es más peligrosa que deportes como el fútbol, el baloncesto o el balonmano.

Así lo muestran los estudios que han realizado en la última década, ya que la seguridad está entre sus máximas preocupaciones. De hecho, las cuatro colles castelleres que participaron en la diada de Sant Magí se mostraron más enfadadas por la suspensión de la actuación que por la caída que sufrieron los Xiquets del Serrallo. «Hemos descargado el set de set, el castell más importante en los últimos 14 años de historia de la entidad», insistieron en destacar los propios castellers del Serrallo por encima de la caída sufrida.

«Los castells cada vez se caen menos y el número de lesiones potencialmente graves también sigue bajando», asegura Daniel Castillo, director científico y médico de la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya (CCCC). Y para demostrarlo aporta datos. «Las caídas se han reducido más de la mitad en los últimos años. En 1996 se caían el 7% de los castells, mientras que el año pasado solo cayeron el 3%, a pesar de que hay muchas más colles y muchos más castellers y de que se hacen muchos más castells y de más dificultad», destaca Castillo, especialista en medicina del deporte y casteller de los Marrecs de Salt.

Los castells están viviendo su época de mayor expansión. La Coordinadora acoge a 77 colles, una cifra nunca antes alcanzada. Doce de ellas están en fase de formación, lo que les permite beneficiarse de las ventajas administrativas y formativas que les aporta la CCCC.

La historia luctuosa de los cas-

tells está marcada por el accidente que en el 2006 causó la muerte de una niña de 12 años de los Capgrossos de Mataró. Desde entonces, los responsables de la CCCC y de las propias colles no cesan de dar pasos para aumentar la seguridad. Perfeccionar la técnica es uno de ellos, pero en el 2010 también se implantó de forma obligatoria el uso del casco en los cuatro niños que forman el llamado pom de dalt. «Desde entonces no se ha producido ninguna lesión grave» entre los chavales castellers, afirma la Coordinadora.

Al uso del casco se han ido sumando medidas como la utilización de redes protectoras y suelos absorbentes en los locales de ensayo. Los responsables de la Coordinadora afirman que desde hace varios años se aplican «las medidas más importantes de seguridad pasiva». Pese a todo, el 11 de septiembre del 2011 murió un casteller de 74 años de los Minyons de l'Arboç. Fue un accidente similar al que se produjo el domingo en Gràcia y que causó una lesión medular, de la que no se ha informado de su gravedad, a un casteller que formaba parte de la pinya.

«Del 2010 al 2012 el porcentaje de los castells que cayeron bajó del 3,5 al 3%», insiste Castillo. Las estadísticas de este año también confirman la tendencia a la baja. De momento, solo es del 2,5% a pesar de que a mitad de temporada ya se han hecho 6.500 castells, más que los que se hicieron en todo el 2010 (6.200), y se espera acabar superando los 11.000.

Igualmente, la evolución de la cifra de lesiones potencialmente graves (sin diagnóstico confirmado) es también positiva: han bajado del 5,9% al 5,5% entre el 2011 y el 2012.

Un reciente estudio psicólogico sobre la canalla (los niños castellers) demuestra además que no presentan síntomas de ansiedad superiores a los generados por cualquier otra actividad, que su nivel de autoestima es mucho más elevado y que su nivel de diversión es muy superior al de niños que practican otras actividades.