El Gobierno republicano empezaba su larga huida y se llevaba lo que podía, incluyendo la Lotería. ¿Cómo iba a dejarla? Si hubiera tenido rostro y manos habría sido una niña de ojos claros, bonita y consentida. Y lucrativa. Sobre todo lucrativa. "En 1935, las ventas de lotería suponían un 1,1% del Producto Interior Bruto español, lo que equivalía a un 3% de los ingresos totales del Estado", explica Roberto Garvía en su 'Historia ilustrada de las loterías de España'.
Madrid estaba a punto de caer en manos de los nacionales y los republicanos escapaban con sus bártulos, ministerios, Cortes, la parafernalia institucional, a Valencia, primero, y a Barcelona, después. La Lotería, que dependía de Hacienda, marchaba con ellos. Toda: los bombos iban en el equipaje. "Cogieron los bombos y se los llevaron a Valencia, y más tarde, cuando estaba a punto de caer Valencia, a Barcelona", dice Garvía.
La República se instaló en Barcelona en octubre de 1937, y desde entonces hasta comienzos de 1939, la Lotería funcionó allí, emitió boletos allí y allí celebró dos sorteos de Navidad, que siguen siendo el único referente de una lotería navideña organizada en Catalunya. El sorteo tuvo lugar en el bar restaurante Lyon d'Or, en los bajos del Teatro Principal, en la Rambla.
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