La fiesta negra

El tren iba repleto de pasajeros de todas las edades que se dirigían a las celebraciones del Apóstol Santiago

De siete amigos gaditanos que iban en el convoy, solo dos salvan la vida

Familiares y amigos de las víctimas cerca de la estación de tren de Santiago, ayer. / DAVID CASTRO

Viajaban en grupo desde San Fernando (Cádiz) para disfrutar de las fiestas delApóstolaprovechando el inicio de sus vacaciones. Eran siete amigos de toda la vida, todos rondando la sesentena, la mayoría aún muy activos. Iban a encontrarse con otro amigo del grupo,José María Díez, que años atrás se había ido a vivir a la brumosaGalicia. «Yo había empezado ya las fiestas. Estábamos en las primeras rondas de cerveza cuando llegaron las primeras noticias del accidente», recuerda José María, que empezó a llamar sin resultados al móvil a su amigoIgnacio Bustamente, un funcionario del Ayuntamiento de San Fernando «muy popular» en esa población. Pero ni Ignacio ni los demás respondieron. Al mediodía de ayer, los forenses habían certificado la muerte de tres de ellos, dos permanecían aún ilocalizados y los dos restantes se encontraban graves pero estables, entre ellos Consuelo, la esposa de Ignacio.

Cada año organizaban un viaje conjunto de unos días, un homenaje a su vida que ahora ha truncado la muerte. «Si no hubiese sido en fiestas...», se repetía sin cesar José María plantado frente al hospital Clínico. Si no hubiera ocurrido en las fiestas, él no habría perdido a cinco de sus amigos, ni el tren hubiera viajado a tope, con niños, jubilados y pasajeros de todas las edades que desde el miércoles ya solo son víctimas.

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