El día queLuis V. se vio zarandeando por los hombros a su mujer, gritándole "¿qué más quieres que haga?, ¿qué más?", se dijo un "basta" silencioso y telefoneó a la psicóloga que le había sugerido la médica de familia que lo visita en elCAP Barceloneta.

Nunca, en sus 52 años, se le había pasado por la cabeza que daría ese paso, pero el despido de la multinacional de automóviles donde trabajó media vida ha trastocado sus antiguas ideas y ahora, siete meses después de aquella explosión de ira y angustia, considera que hizo muy bien pidiendo ayuda.

"Sigo enparoy aún tomo ansiolíticos, pero entiendo dónde estoy. Saldré de esta", afirma con cierta sensación de alivio.

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