Un amigo para la mujer y un enemigo para el maltratador. Los perros pueden cambiar la vida de muchas personas, como las de Charo Barcia y su hija Nuria, que hace dos años llegaron a Sant Hilari Sacalm (Selva) desde Alicante, hartas de agresiones físicas y psicológicas. Charo había denunciado a su marido y disponía de la protección de una orden de alejamiento. Pero estas medidas no bastaron para que se sintieran seguras.
Montse Cereza y Luís Ávila, vigilantes municipales de Sant Hilari que hace unos años pusieron en marcha la unidad canina local, conocían a la familia y les propusieron que Nuria realizase unas prácticas de adiestramiento de perros. De la obediencia básica pasaron a ejercicios de autoprotección. A una palabra o un gesto de la chica, el perro marca un cinturón de seguridad que no es recomendable romper.
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