Gente corriente

Carolina de La Guardia: «El bolillo precisa concentración más que paciencia»

Maestra encajera 2.0. Miembro de la Associació Catalana de Puntaires, que acaba de cumplir el 25 aniversario.

Carolina de La Guardia. / Joan Puig

Tras un atisbo fugaz durante la infancia, Carolina de La Guardia (Barcelona, 1946) retomó el bolillo hace 20 años, pero le puso tanto empeño que acabó convirtiéndose en experta de una filigrana textil cuyo origen se remonta al siglo XVI, en bocamangas y gorgueras. El martes, el ayuntamiento la galardonó durante un acto enmarcado en la 26ª Diada de la Puntaire, que se celebra hoy en el paseo de Lluís Companys (de 10 a 15 h.).

-Solo sé una parte ínfima del universo de los encajes. La primera vez que tecleé a palabra «lace»(encaje, en inglés) me quedé boquiabierta. ¡Aquí no había nada en internet!

-Y se hizo una página web.

-Sí (www.carolgallego.com). En realidad, comencé a hacer la página en inglés, porque pensé que si las inglesas mostraban sus creaciones por la red, yo también podía hacerlo.

-Tradición y modernidad.

-Eso es. Siempre digo que he podido unir mis tres grandes pasiones: laspuntes de coixí, la informática y el dibujo. Yo misma diseño los patrones, y las nuevas tecnologías me ayudan mucho: existen programas informáticos específicos.

-¿Dónde existe más arraigo?

-Aquí, las zonas que nunca han perdido el empuje son Camariñas (A Coruña) y Almagro (Ciudad Real), donde el trabajo artesanal ha perdurado pese a la mecanización. También en la zona de Huelva y Sevilla, desde la época colonial, cuando pasaban por allí los encajes de Flandes con rumbo a América.

-¿Y en Catalunya?

-La punta d'Arenysy la de L'Arboç son las que tienen más entidad. Desde la asociación estamos intentando recuperar también laspuntes negresdel Baix Llobregat.

-¿En qué destaca la de Arenys?

-También se le conoce comoret fi. Se trabaja con algodón y no en ángulo recto, sino agudo, con una inclinación de entre 56 y 58 grados. En general, los patrones son geométricos, pero ya ningún estilo es puro.

-Su especialidad es el extremeño.

-Es el llamado numérico o punto brujo, que procede de Eslovenia y Centroeuropa. Son encajes de cinta continua, trabajados con 10 pares de bolillos e hilos que no se cortan.

-¿Cuál es el más difícil?

-Los que se trabajan con hilos más finos que un cabello, como el Chantilly, el Valenciennes o el Alençon, que se hace a la aguja. Son de lo más exquisito, y ya queda muy poca gente que se dedique a ellos. Me maravilla cómo podían trabajar las encajeras cuando no existía la luz eléctrica.

-¿Por qué?

-Piense que las agujas están puestas casi una encima de la otra, como si fuera un bosque, y para un centímetro puedes pasarte una hora.

-¿Las cualidades de la encajera?

-Se habla de la paciencia, pero es relativa. Te ha de gustar mucho y, sobre todo, has de tener gran capacidad de concentración. Ahí entra la parte terapéutica: cuando tienes un problema, con el bolillo te abstraes; si no te concentras, no sale.

-¿Y la peor pesadilla?

-Que se nos caiga al suelo el cojín cuando tenemos en danza 200 bolillos: los hilos se enredan con las agujas de mala manera. El truco es poner el cojín boca abajo, de forma que queden colgando todos los bolillos, y empezar a desenredar.

-Buf.

-No quiero ni pensar en un Chantilly que se caiga el cojín al suelo. Vale más cortar el hilo y volver a empezar. Sería un trabajo de chinos.

-¿Los mejores que ha visto?

-En el Metropolitan de Nueva York, la colección de textiles de Antonio Ratti: un compendio fantástico de los mejores encajes europeos. Tenías que mirarlos con cuentahílos para apreciar la filigrana.

-¿Existe riesgo de que la tradición acabe perdiéndose?

-Quién sabe; soy incapaz de predecirlo. Todo depende de que la juventud se enganche y haya continuidad. En los últimos años, los checos han puesto mucho empeño y creatividad en este terreno, con tejidos diferentes, como el lino y la lana.