MACROPROCESO EN LA AUDIENCIA DE BARCELONA

Amnesia ante los Casuals

Uno tras otro, los testigos en el juicio contra la banda supuestamente mafiosa se retractan de sus declaraciones

incriminatorias e incluso no reconocen su voz en las conversaciones grabadas

Los acusados 8 Los imputados, vigilados por Mossos, en la Audiencia de Barcelona. / JOAN CORTADELLAS

La amnesia de los testigos que comparecen en el macrojuicio contra los Casuals, la supuesta mafia surgida de las filas de los Boixos Nois, alcanzó ayer límites que rayan el ridículo. Uno de ellos llegó a no reconocer su voz en una conversación que había sido grabada por los Mossos durante la investigación y que incrimina a algunos acusados. Fiscala:«¿Reconoce su voz?»Testigo: «No, no la reconozco». Fiscala:¿El teléfono 6... es el suyo?»«Sí»,respondió. Tras un tira y afloja sobre quién usaba el móvil, confesó: «Iría borracho».Agregó que entonces«bebía ydecía tonterías y barbaridades»,a la vez que negó temer al grupo radical de seguidores del Barça.«¿De quién voy a tener miedo? Tengo miedo de la policía»,insistió. Como otros declarantes, puso la guinda en contra de los Mossos:«Me sentí coaccionado».

Este es el tipo de declaración por parte de testigos de cargo que se está encontrando el tribunal que juzga a miembros de los Casuals, entre ellos sus dirigentes, acusados de haber dado palizas por encargo y de extorsionar a los propietarios de discotecas importantes de Barcelona y poblaciones cercanas. Las piezas clave de este mastodóntico proceso, con 29 acusados, se han desdicho de sus declaraciones, lo que ha obligado a la fiscala a pedir que se investigue el supuesto falso testimonio. Algunos de los testigos admiten tener pánico y, ante ello, prefieren no acordarse de nada de lo sucedido. Pero esta postura no solo ha sido adoptada por los testigos principales, sino también por otros secundarios.

Un ejemplo. Un responsable de un grupo empresarial de ocio nocturno atribuyó en una conversación grabada por la policía a los Casuals el apuñalamiento en junio del 2009 en Isla Fantasía de una persona que había trabajado de portero y en el mundo de las subastas. En la sesión de ayer afirmó que solo atendió al herido y que no se acordaba de nada más, ni de la llamada que hizo a las pocas horas a una tercera persona explicando el suceso. La fiscala pidió que le pusieran la cinta, en la que ofrece detalles sobre la agresión y sus autores. Tras escucharla explicó que estaba muy nervioso y aseveró:«Me retracto totalmente de los nombres que dije. Los retiro. Solo los había oído».

Ni la víctima recuerda

Esta tónica continuó por la tarde. La víctima de una de las agresiones presuntamente protagonizadas por los Casuals, que en distintas conversaciones intervenidas identifica a los autores de la misma, declaró que no sabía quién le había atacado. Más de lo mismo.

Los propietarios de discotecas tampoco se quisieron mojar demasiado. Como mucho admitieron que los Casuals habían protagonizado altercados en locales, pero negaron que el grupo les hubiera extorsionado y que, menos aún, les obligara a contratar a sus miembros para el servicio de seguridad. Uno de esos empresarios explicó, sin embargo, que en las reuniones del sector sí que se hablaba de la actitud violenta de la banda y de sus incidentes.«Tenían a la gente acojonada», relató. Después pasó a detallar que un empleado le había comentado que los Casuals querían apropiarse de la seguridad de las discotecas y del control de la distribución de droga en su interior. A renglón seguido, negó que hubiera sufrido extorsiones.

A la hora de dictar la sentencia, el tribunal deberá decidir si tiene en cuenta las múltiples declaraciones amnésicas que se están produciendo en el juicio o si se fija en las efectuadas ante los Mossos d'Esquadra y la policía, donde los testigos sí que dieron detalles incriminatorios. Otro punto que deberá valorar es el contenido de las conversaciones intervenidas por la policía, que, de por sí, son una importante prueba de cargo. Sin embargo, todavía queda juicio (está previsto que se prolongue durante todo este mes). Los imputados, incluso los presos, están, por ahora, distendidos, no paran de hablar entre ellos y hasta comen pipas delante del tribunal. Eso sí, bajo la atenta mira de los Mossos.