Cada día, en torno las cinco de la tarde, en un prado con vistas privilegiadas almonasterio de El Escorial, se repite la escena: variasdevotas, después de rezar elrosario, besan con fervor elféretrodeLuz Amparo Cuevas, la llamada'vidente de El Escorial', que yace desde el pasado agosto en unsarcófagoal aire libre a pocos metros del fresno donde decía recibir los mensajes divinos.
Elenterramientoes ilegal, pero tanto laComunidad de Madridcomo el Ayuntamiento --con la complicidad silenciosa de laIglesia-- de momento miran para otro lado, mientras lafundacióncreada por lavidentesigue captando adeptos y haciendo caja, dado que la presencia de susrestos mortalesen la finca supone un reclamo tan fuerte como las liturgias o las ilustraciones de la Virgen que abundan en el prado donde supuestamente, durante más de 30 años, Luz Amparo Cuevas se comunicaba con la divinidad.
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