VUELCO EN LA INVESTIGACIÓN DE LA DESAPARICIÓN DE RUTH Y JOSÉ

El 'caso Bretón' estalla contra la policía

Los agentes judiciales siempre han sostenido que los niños no salieron de la finca de la familia del padre

Dos informes aseguran que los restos hallados son humanos y no animales, como dijo el estudio policial

La finca de Las Quemadillas, en Córdoba, de la familia Bretón, ayer. / EFE / SALAS

No habían transcurrido ni 48 horas de la desaparición de los hermanos Ruth y José, cuando la antropóloga forense de la policía científica que se había trasladado a Córdoba aseguró tras una inspección ocular que los huesos encontrados en la hoguera que el padre de los niños había encendido el día de la desaparición de sus hijos, eran de animal. Un mes después, tras inspeccionar en su laboratorio de Madrid las 13 cajas y tres sobres con fragmentos, casi 200 piezas óseas y dentales, ninguna mayor de cinco centímetros, la misma perito firmó un informe en el que aseguraba que eran huesos de roedores y afirmaba que en esa hoguera nunca ardieron restos humanos. Sin embargo, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, reconoció ayer que la policía científica pudo equivocarse. Y que hay otros dos informes que confirman las sospechas que siempre tuvo la policía judicial: que los restos de la hoguera son de humanos de corta edad y que a falta de las pruebas de ADN, que no está claro que se puedan realizar, corresponden a los hermanos desaparecidos el 8 de octubre del 2011.

«Se trata de aclarar la verdad de los hechos, no de depurar responsabilidades. En todo caso, cuando un científico hace un informe, lo hace con su buena voluntad», dijo el ministro en una conferencia de prensa convocada de urgencia ante la difusión de la existencia de dos informes que suponen un varapalo mayúsculo para la investigación.

LA MADRE, ENCERRADA EN CASA / Hace una semana que la madre de Ruth y José supo por boca del prestigioso forense Francisco Etxeberria que él no tiene ninguna duda de que los restos que pudo analizar son de dos niños. Desde entonces, la madre no ha salido de su casa e intenta asimilar un hecho que no quería creer: que sus hijos están muertos.

Aunque durante 11 meses la investigación no ha conseguido encontrar a los dos pequeños, los investigadores nunca han albergado ni una duda sobre la culpabilidad de José Bretón, el padre. Pese a la ausencia de los cuerpos, tanto el juez José Luis Rodrígez Lainz como la fiscal no se han movido de su decisión de mantener al padre en prisión.

¿Qué ha pasado, entonces? Todo apunta a un más que posible fallo en el análisis de una antropóloga forense de gran prestigio en la policía científica. Cuando los policías judiciales, miembros de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, que han investigado este caso recibieron el informe que con rotundidad aseguraba que los restos eran de roedores, la noticia supuso un jarro de agua fría. Desde el primer día tuvieron el convencimiento de que los hermanos nunca abandonaron la finca de sus abuelos y no llegaron al parque Cruz Conde, como aún ayer insistió el padre desde la prisión.

LA FINCA / Tal era la seguridad de los investigadores de que los niños nunca salieron de la finca propiedad de la familia Bretón, que durante 11 meses se buscó en numerosas ocasiones tanto en las dos edificaciones como en el gran huerto de naranjos. La última búsqueda se realizó hace dos semanas. Las dos casas de la propiedad fueron agujereadas en busca de los dos pequeños. Se levantaron suelos, reventaron paredes, destrozaron techos. Y cuando ya no había ni un solo metro cuadrado de casa en el que buscar, el juez autorizó levantar las raíces de los naranjos por si estaban enterrados.

Pese al fracaso que suponían todas las búsquedas, los investigadores insistían en que los niños tenían que estar en la finca. Y el juez siempre les creyó. La impotencia de los policías crecía con los días. Alguno se implicó tanto que una investigadora perdió 11 kilos en los dos primeros meses. En más de una ocasión algún responsable preguntó a los de la científica si había alguna posibilidad de volver a mirar los huesos de la hoguera. Dudaban, pero a nadie se le ocurrió pedir otro informe. Porque era imposible aceptar un error de semejante calibre.

ATAPUERCA / El mes pasado, la madre, a través de una prima suya paleontóloga, pidió al subdirector del Instituto Vasco de Criminologia, Francisco Etxeberria, que analizara los huesos. El juez lo autorizó y el forense se trasladó a Madrid para analizarlos. El 17 de agosto entregó un informe de 100 páginas en el que aseguraba que eran restos humanos.

El impacto fue de tal magnitud que la policía pidió al juez autorización para encargar un tercer informe que ayudara a desempatar. Se le encargó al científico y director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, José María Bermúdez de Castro. Hace cinco días, entregó sus conclusiones, que tampoco dejan margen de duda: se trata de los restos de dos niños, afirma. Y añade, con escaso margen de error, que algunos dientes corresponde a un menor de seis años.