Las escuelas públicas de una línea (un curso por nivel), las más pequeñas, dispondrán de una bolsa de 36 horas semanales, a distribuir entre la plantilla de maestros, para dedicar a las clases de refuerzo del alumnado con mayores dificultades de aprendizaje en horario lectivo y poslectivo, según la directora general de Educación Infantil y Primaria, Alba Espot. La organización de esas actividades, que se prevé compleja, corresponde a la dirección que cada centro.
Espot se defiende de las críticas de quienes afirman que las sesiones de apoyo personalizado pueden llegar a estigmatizar a sus beneficiarios diciendo que «el verdadero estigma es llegar a la ESO y no poder seguir el ritmo impuesto por el profesorado». En su opinión, se trata de evitar que las dificultades en el proceso de aprendizaje «se cronifiquen» . «La idea es que el profesorado actúe de inmediato en cuanto detecte algún tipo de deficiencia o retraso», señala.