Un verano conflictivo

...y la noche

La concentración en una superficie pequeña de una oferta enorme de ocio barato actúa como un imán para miles de turistas jóvenes de media Europa

Aglomeración en la esquina de Just Marlés y Santa Cristina, la madrugada del martes. / RICARD CUGAT

Una decena de discos con aforo mediano o grande. Una galaxia de bares con ofertones de combinadosking size, cócteles fantasiosos y chupitos temerarios. Despachos de hamburguesas (entre ellos uno de los Burger King que más bocadillos venden en España en verano), porciones de pizza,döner kebabs, salchichas de todo tipo y patatas fritas para hartar al Monstruo de la Comida Basura. Un palacio de las máquinas recreativas que dispone incluso de una pista de autos de choque (con humo).

Todo esto se concentra en menos de 500 metros en la avenida de Just Marlés y está abierto hasta las tantas de la madrugada. Miles de jóvenes muy jóvenes holandeses, alemanes, franceses, italianos, rusos, ucranianos, belgas, suizos, serbios, luxemburgueses... consideran que la arteria principal de la farra en Lloret de Mar es la bomba y la toman cada noche durante el verano. Cada noche quiere decir cada noche. Están de vacaciones. Una semana por regla general. Y quieren aprovechar el tiempo. La madrugada del martes se sumaron a la romería numerosos furgones de los Mossos d'Esquadra y coches de la policía local. Por los disturbios de la madrugada del lunes.

«Lo extraño es que no haya incidentes más a menudo», se le escapó a Ramón Rodríguez, propietario de la pionera disco St. Trop, tras defender que la noche de Lloret no está tan mal como la pintan y tiene su público (de eso no hay duda). «Claro que me gustaría que vinieran grupos de treintañeros y pidieran una botella de licor, como sucedía hace décadas, pero eso ahora es soñar», añadió. Y eso que St. Trop está un poco protegida de la zona caliente y filtra a la clientela, para empezar con una entrada de 15 euros, cara para los estándares de la población.

Algunos precios ofertados en pizarras en el exterior por bares nocturnos de Lloret: chupitos a un euro, un litro de sangría de cava a siete euros, un litro de cubalibre a cinco euros. Algunos precios ofertados en pizarras en el exterior por discotecas: un litro de vodka con refresco a siete euros, un litro de vodka con bebida energética a 10 euros.

«A veces a los clientes españoles les aconsejo que pidan las copas de marca», explicó un relaciones públicas de una discoteca.

Abundan los grupos de jóvenes que, bien para no correr riesgos, bien para ahorrar, empiezan la noche con botellas en el apartamento o la habitación de hotel. Los balcones de los establecimientos situados en la avenida de Just Marlés ofrecen además la oportunidad de socializar a grito pelado con los transeúntes. Balcones de los que por cierto no colgaban la madrugada del martes banderas ni toallas de países, clubs de fútbol y selecciones nacionales, una imagen clásica antaño.

«Aquí las hemos prohibido y lo mismo han hecho la mayoría -explicó José María Rubio, encargado nocturno de Apartaments Blau-. Eran una fuente de problemas».

Rubio sostiene que jóvenes italianos y franceses se llevan a matar desde la bronca entre Materazzi y Zidane en la final del Mundial del 2006 y que por ese viejo asunto empezaron los disturbios del lunes. «Pero a la hora de cierre de las discotecas, cuando de golpe miles de chavales se juntan en la calle, cualquier motivo es bueno para liarla», contó. «Regreso a casa a las siete de la mañana con los nervios destrozados».

CÁNTICOS / Tampoco parecía relajado un portero de la disco Tropics, donde pinchaba Afrojack. El suelo era una pista de patinaje, ante la sala había cientos de chicos y las entradas y salidas eran constantes. «Este trabajo aquí puede hacerse pocos años».

El dueño de un club que quiso mantener el anonimato argumentó que traer adisc-jockeyspunteros como Afrojack o Tiësto, que esta noche estará en Colossos, indica una apuesta por la calidad. Pero con ladjen toples Miki Love la sala Moef Gaga también estaba de bote en bote.

La madrugada acabó sin alborotos, si bien los cánticos cabe suponer que futboleros de algunos grupos sonaban como preparativos de ataques salvajes. Los asistentes a la fiesta de la espuma de Colossos regresaron a sus alojamientos tiritando.