La otra cara de la suerte

La administración de lotería de Sort, La Bruixa d'Or, se queda sin repartir ningún gran premio

Había vendido 13.500 de los 85.000 números del sorteo

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
SORT

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Es lo que tiene el azar: que no obedece ni a estadísticas ni a probabilidades. Después de haber celebrado durante los últimos años uno o incluso varios premios del sorteo de lotería de Navidad, ayer la administración número 1 de Sort (Pallars Sobirà) cerró la jornada en blanco. De los 85.000 números que contenía el bombo del salón del Organismo de Loterías y Apuestas del Estado, más de 13.500 habían pasado por la caja de la popular La Bruixa d'Or leridana. Matemáticamente, explicaba su propietario, Xavier Gabriel, la suya era la administración de toda España con más probabilidades de repartir alguno de los grandes premios. "Teníamos un 48% de opciones, pero no ha podido ser", admitió el lotero, tras comprobar que la suerte, como ya ocurrió en el sorteo del 2006, le había vuelto a dar la espalda.

Ajeno al desánimo --y es que no se puede ser pesimista cuando el negocio depende de algo tan inconsistente y variable como la ilusión de la gente--, Gabriel tuvo ayer un gesto de humildad y solidaridad: "No siempre nos puede tocar a los mismos". Con todo, el padre de la bruja de oro no dudó en ver el vaso medio lleno: "Nos hemos quedado a un solo número de varios premios". "Solo en pedreas, terminaciones y aproximaciones hemos repartido, por lo bajo, unos 30 millones de euros, bastante más que algunas administraciones que han resultado agraciadas".. Un buen pellizco, es cierto, pero aún muy lejos de los 110 millones de euros que se calcula ha facturado esta Navidad la administración de Sort, la mayoría por internet.

Hubo quien dijo que el error estuvo en celebrar la suerte por anticipado. Antes incluso de que empezara el sorteo, Gabriel ofreció un espectáculo teatral, con cuatro brujas de colores salidas de una marmita de cartón-piedra, que fueron distrayendo a los presentes --prácticamente, todos ellos periodistas--, mientras una pantalla de televisión instalada en una carpa iba desgranando la retahíla de números premiados.

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Quizás se precipitó, pero al menos logró la gente pasara un buen rato. "La lotería debe ser una fiesta, toque o no toque", sentenció. Y ya puestos, Gabriel habló ya de su siguiente objetivo: el sorteo del Niño del 6 de enero: "En definitiva, es nuestra especialidad".

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