FIN DE UNA SERIE CAPITAL

Adiós a 'Succession': 5 motivos para echarla de menos

Jeremy Strong (Kendall Roy) en la temporada final de ’Succession’. / HBO

Pasadas las etapas de negación e ira, hay que empezar a negociar con nosotros mismos: 'Succession' se acaba realmente en breve. Su capítulo final (de 90 minutos, si hacemos caso al compositor Nicholas Britell) llegará a HBO Max en la madrugada del domingo al lunes (a las 3.00 h., para ser precisos) y dejará a su paso una estela de brillantes caos y destrucción. Nadie sabe qué pasará en la saga de los Roy: ¿será Shiv (Sarah Snook) quien finalmente se imponga como CEO de Waystar tras sus últimas maniobras industriales en la oscuridad? ¿Se recompondrá Roman (Kieran Culkin) para erigirse en imprevisible rey del mundo? ¿O logrará Kendall (Jeremy Strong) convertirse en decente facsímil de Logan (Brian Cox)? Quizá todo esto a la vez, pero más probablemente, nada que podamos adivinar. Y en realidad, este desenlace argumental es casi lo de menos. De 'Succession' echaremos de menos su trama de, así es, sucesión, pero aún más algunas otras cosas. Estas cinco, por ejemplo.

1. Nadie escribe como Jesse Armstrong

Cuando, hace unos meses, preguntamos al actor Nicholas Braun (el primo Greg) sobre los guiones del creador de la serie y su equipo y si esas obras maestras le habían acostumbrado excesivamente a la excelencia, hizo un gesto de circunspección. "Lo que estoy leyendo ahora no es igual", admitió. "No es fácil dar con personajes tan ricos o situaciones a la vez divertidas y terribles". La vida es así (es decir, cambia de dura a liviana o desconcertante en cuestión de centésimas de segundo), pero las series… no tanto. En busca de esa electricidad volátil, Armstrong no deja de escribir hasta el último momento, aprovechando y reelaborando elementos que han surgido de alguna improvisación de sus actores. Cuando visitamos el rodaje del episodio 'Dundee', octavo de la segunda temporada, en tierras escocesas, apenas pudo dedicarnos tiempo porque necesitaba irse corriendo a escribir una escena para ese mismo día.

2. Todos los actores se han superado 

Poco importa todo lo bueno que algunos veteranos hubieran hecho antes. Y poco importará todo lo bueno que a otros más jóvenes les quede por hacer. Mal que les pese (o no), los actores de 'Succession' serán recordados esencialmente por su trabajo en esta serie. Brian Cox fue un gran Hannibal Lecter antes de Anthony Hopkins (en 'Hunter', de Michael Mann), pero nunca ha dado tanto miedo como gritando "¡jabalí al suelo!" a sus subordinados en el juego menos divertido del mundo. Con su papel de Tom Wambsgans, hombre cuyo cinismo solo es parejo a su torpeza, Matthew Macfadyen nos ha hecho olvidar que un día fue perfecto galán de época en 'Orgullo y prejuicio'. Sarah Snook supo dejar mucha huella con su poco tiempo en 'Las últimas horas' o 'Steve Jobs', pero ha sido en 'Succession' que ha demostrado su versatilidad y dolorosa delicadeza de matiz. Pero, sobre todo, quizá, ha brillado el protagonista Jeremy Strong, antes excelente secundario, como relativo protegido de un padre feroz, sosias de Ted Kennedy (por ese accidente tan parecido al escándalo de Chappaquiddick) y proyecto de ejecutivo molón con hip hop canónico como banda sonora mental. 

3. Su música electrizaba

El hip hop animaba también el tema principal compuesto por Nicholas Britell: un cruce de música de corte dieciochesca con producción boom bap de toda la vida. El rapero Pusha T debería recuperar 'Puppets', su 'remix' del tema con el mismo Britell, en este próximo Primavera Sound. La rica banda sonora ha ido adquiriendo nuevas influencias e instrumentaciones conforme cambiaban los destinos geográficos, los climas emocionales y los escenarios de tensas reuniones familiar/laborales. En la tercera temporada, cuerdas, vientos o una coral de solemnidad arrebatadora arrebataron algo de espacio a los pianos nobiliarios y los beats rap. Renovador del paisaje de las bandas sonoras (recordemos su explorador trabajo en otra serie mayúscula, 'El ferrocarril subterráneo'), Britell ha convertido su labor en 'Succession' en un laboratorio sónico con hitos constantes, como la extraña experimentación con las cuerdas que buscaba reflejar la confusión y tristeza de los hermanos Roy ante la noticia del derrumbe definitivo del patriarca inderrumbable.  

4. Cada episodio era un evento… 

Y no nos referimos solo, que también, a la tendencia de Armstrong y equipo a situar la acción de cada episodio en alguna clase de evento en el que nada sale como debería. Nos referimos a esa apuesta decidida por hacer de cada episodio un evento en sí mismo, con su lugar, sus temas, sus ideas principales y secundarias, su 'cliffhanger' de agonía… En 'Succession' no había episodios de relleno ni transición, solo horas generalmente perfectas que invitaban a la discusión con entusiasmo frente a la máquina de café o en los rincones virtuales donde sea que todavía se tienen conversaciones productivas. Era, en fin, el arte de la televisión llevado a su más sublime expresión. En tiempos en que tantos directores hablan de sus series como 'películas largas', lo de Armstrong, guionista esencialmente televisivo, era una clara celebración del poder del medio para crear realidades compartidas.  

5. …y el espejo más negro de la realidad

Al contrario que tantas series actuales, 'Succession' no se desarrolla en una tierra de fantasía, sino en un universo y, más en concreto, unos Estados Unidos reconocibles, y en un momento bastante concreto, el nuestro. Pocas series han reflejado tan bien este punto en el tiempo; recientemente, solo en 'The good fight' se reaccionó con tanta rapidez (y acidez) a los acontecimientos del mundo real. Lo demuestra con creces un episodio reciente, 'América decide', combinación de las noches electorales estadounidenses de 2016 (cuando cierto ídolo de extrema derecha se impuso a la candidata demócrata) y 2020 (cuando Fox News dio Arizona a Biden antes de tiempo y un Trump enfurecido empezó a cuestionar el conteo de votos en otros estados). Por otro lado, ¿qué es el personaje de Matsson (Alexander Skarsgård) si no la perfecta representación de los escurridizos gurús tecnológicos que dominan el discurso global pese a su confusa prosa? 'Succession' tuvo mucho de perfecta distopía, o mejor, absoluto documental.