Psicología
Estas son las dos principales causas de la adicción al chemsex
El colectivo LGTBIQ+ convive con una problemática cada vez más extendida
Principales causas de la adicción al chemsex / FERRAN NADEU
El chemsex se refiere a la práctica de consumir drogas recreativas con el fin de intensificar y prolongar la experiencia sexual. Las sustancias más comunes en este contexto son la mefedrona, el GHB/GBL y la metanfetamina. Estas drogas se utilizan para aumentar la libido, reducir las inhibiciones y extender las sesiones sexuales durante horas o incluso días.
A menudo, el chemsex se organiza en espacios privados como domicilios particulares o en encuentros grupales, lo que contribuye a un ambiente de intimidad y permisividad. Sin embargo, este entorno también puede fomentar dinámicas de riesgo, incluyendo el sexo sin protección y el consumo compulsivo de sustancias. Es importante destacar que, aunque esta práctica no es exclusiva de ningún colectivo, su prevalencia es mayor entre hombres gays y bisexuales.
El atractivo del chemsex radica en la promesa de experiencias intensas y conexiones inmediatas. Sin embargo, este atractivo suele ocultar una serie de riesgos significativos. Los efectos secundarios físicos, como la deshidratación, el agotamiento y el daño orgánico, se suman a los riesgos psicológicos, como la dependencia, la ansiedad y la depresión. Comprender el contexto y las motivaciones detrás del chemsex es fundamental para abordar este problema de manera efectiva.
¿Por qué afecta más a hombres gays?
Aunque el chemsex puede practicarse en diversos contextos, su incidencia es notablemente mayor entre hombres gays y bisexuales. Esta tendencia no es casual y se relaciona con factores históricos, sociales y psicológicos que afectan a estos colectivos. Una de las razones principales es la discriminación y el estigma que muchas personas LGTBIQ+ enfrentan desde edades tempranas. Este entorno hostil puede generar sentimientos de aislamiento y una búsqueda constante de aceptación.
La cultura gay, en particular, ha sido históricamente un espacio de resistencia y expresión sexual. En este contexto, el chemsex puede percibirse como una forma de explorar la sexualidad sin las restricciones impuestas por la sociedad heteronormativa. Sin embargo, también se ha convertido en un mecanismo para lidiar con el estrés, la presión social y la falta de pertenencia. Las sustancias químicas ofrecen un escape temporal a estos problemas, proporcionando sensaciones de euforia y conexión.
Otro factor importante es la normalización del chemsex dentro de ciertos círculos sociales. En algunas comunidades, participar en chemsex se considera una experiencia común o incluso deseable. Esto puede llevar a que las personas sientan presión para involucrarse, incluso si no se sienten cómodas con la práctica. Esta dinámica, combinada con la facilidad de acceso a las sustancias, contribuye a la expansión de esta práctica dentro del colectivo.
¿Qué consecuencias tiene sobre la vida de la persona?
El impacto del chemsex en la vida de quienes lo practican puede ser devastador. En primer lugar, el consumo habitual de sustancias químicas afecta gravemente la salud física. Las personas que participan en chemsex suelen experimentar problemas como infecciones de transmisión sexual, hepatitis C y VIH, especialmente cuando el sexo sin protección es una constante. Además, el uso prolongado de drogas puede causar daño renal, hepático y cardiovascular.
En el ámbito emocional, las consecuencias no son menos graves. La dependencia emocional y física hacia las sustancias puede llevar a la pérdida de interés en otras áreas de la vida, como las relaciones afectivas, el trabajo y las actividades cotidianas. Muchas personas que participan en chemsex reportan sentimientos de vacío y aislamiento una vez que el efecto de las drogas desaparece, lo que perpetúa un ciclo de consumo para evitar enfrentarse a estas emociones.
Por último, el chemsex también tiene un impacto significativo en la salud mental. Los trastornos de ansiedad, la depresión y el estrés postraumático son comunes entre quienes han desarrollado una adicción a esta práctica. Las experiencias traumáticas durante los encuentros, como el abuso o la falta de consentimiento, pueden dejar cicatrices profundas. Además, la falta de sueño y la exposición prolongada a sustancias químicas exacerban estos problemas, creando un círculo vicioso difícil de romper.
Las dos principales causas psicológicas de la adicción al chemsex
Aunque el chemsex puede tener múltiples factores desencadenantes, existen dos causas psicológicas que destacan como principales: la búsqueda de validación y la gestión ineficaz del estrés y la ansiedad. Ambas causas están profundamente entrelazadas y reflejan las luchas internas que muchas personas enfrentan en su vida diaria.
1. La búsqueda de validación
Una de las raíces psicológicas más comunes en la adicción al chemsex es la búsqueda constante de validación. Para muchas personas, especialmente aquellas que han sufrido rechazo o discriminación, el chemsex se convierte en un espacio donde se sienten aceptadas y deseadas. La combinación de drogas y sexo crea una ilusión de pertenencia y conexión emocional que puede ser difícil de encontrar en otros contextos.
Este anhelo de validación está profundamente relacionado con la autoestima. Cuando las personas tienen una autoestima baja, tienden a buscar la aprobación externa como una forma de compensar sus inseguridades. En el entorno del chemsex, recibir atención y afecto, aunque sea efímero, puede reforzar esta necesidad de validación. Sin embargo, esta dependencia emocional hacia las interacciones que ocurren durante el chemsex puede llevar a un ciclo adictivo, donde el consumo de sustancias se convierte en la única vía para sentirse aceptado.
2. La gestión ineficaz del estrés y la ansiedad
La segunda causa psicológica clave es la dificultad para gestionar el estrés y la ansiedad. Muchas personas recurren al chemsex como una forma de escapar de las presiones diarias, las preocupaciones y los miedos. Las drogas utilizadas en estas sesiones tienen un efecto desinhibidor y euforizante, que temporalmente alivia las emociones negativas y permite a las personas sentirse más relajadas y despreocupadas.
Sin embargo, este alivio es solo temporal. Una vez que el efecto de las drogas desaparece, las emociones reprimidas regresan con mayor intensidad, acompañadas a menudo de una sensación de culpa o vergüenza por haber participado en el chemsex. Esto crea un círculo vicioso, donde las personas recurren nuevamente al chemsex para evitar enfrentarse a sus problemas emocionales. La incapacidad para gestionar el estrés y la ansiedad de manera saludable perpetúa la dependencia hacia esta práctica.
Como vemos, la adicción al chemsex no es simplemente una cuestión de consumo de sustancias, sino un reflejo de necesidades psicológicas profundas y no satisfechas. Comprender estas causas es el primer paso para abordar este problema y buscar formas de apoyo más efectivas para quienes lo necesitan.
* Ángel Rull, psicólogo.
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