CON MUCHO GUSTO

La liebre salta a la terrina

Una terrina de liebre o de conejo de bosque elaborada con ingredientes de primera es cosa seria. Poco tienen que ver con las replicas mutantes industriales.

Granja Elena, en el paseo de la Zona Franca, prepara auténticas terrinas de liebre y conejo

Sierra y una terrina de conejo y liebre en Granja Elena (Zona Franca, 228). / JOAN CORTADELLAS

Probablemente el general De Gaulle no lo sabía, pero gran parte de la 'grandeur de la France' provenía de las terrinas. De acuerdo que el Citroën CX deslumbraba a los españoles que iban al país vecino en busca de libros, tras resoplar en el cine viendo El último tango en París. Pero la íntima satisfacción se obtenía cuando en un bistrot económico, nos ofrecían unas terrinas de caza que parecían el resumen gustativo de la cocina popular francesa.

Lo malo es que el último Citroën Maserati lo disfrutó Johan Cruyff como jugador del Barça mientras las terrinas iniciaban una cruel decadencia. Mamá industria reducía la cocina popular casera a unas latas de mejunje en las que jabalí, conejo y liebre tienen el punto en común de los potenciadores del sabor. Una injusticia gastronómica que requería una reivindicación.

Aubocassa, un aceite de Mallorca a 19 euros el medio litro

Vale la pena ampliar el concepto de enoturismo para conocer los olivares y las almazaras. El aceite merece el mismo trato que le damos al vino. Así se podremos distinguir las diferencias entre variedades y pagos. En el caso de Aubocassa se trata de un aceite de arbequina 100% recolectada en una finca situada en tierras de Manacor. Las instalaciones dónde se elabora el aceite se cobijan en un edificio del siglo XII, combinando moderna tecnología en el batido de la aceituna con respeto arquitectónico.      Es interesante degustar este aceite con cuidado, utilizando la copa azul especial para su cata. A medida que nos acercamos a la copa, los aromas aparecen nítidamente. Es una sorpresa más que nos lleva desde las notas de limón hasta el tomate y por último a la fruta y la almendra. En boca fresca la sedosidad de los mejores aceites. H

Aunque las estadísticas afirman que seguimos fieles al tomate de pote frente a una salsa verdadera, debido a que el paladar de muchos ha crecido en la falsedad del gusto, la terrina encierra un sabroso potencial, novedoso para la generación que no bailó el tango en Perpiñán.

Un chef de barrio

Borja Sierra, al que me gusta describir como chef de Alta Cocina de Barrio, nos devuelve el placer de la caza trasmutada en terrina. Fino degustador, no emplea liebres procedentes de Argentina o de Inglaterra, es decir, la que llega pelada y congelada, lo que puede dar gato por liebre. Solo cocina piezas frescas. Si esta caza es de gusto pronunciado, el conejo de bosque tiene menos potencia. De aquí que combine cada carne silvestre con un aporte de grasa distinto, para dar a la terrina el punto justo de bravío.

Con la liebre emplea butifarra de perol, mientras que con el conejo de bosque utiliza papada de cerdo. Como manda la inteligencia culinaria se pican las carnes dejándolas no muy finas y los higadillos se cortan a cuchillo.

Una vez bien especiadas, se mezcla cada preparación con huevo y se rellenan las terrinas. Se llevan al baño maría y luego reposan en la nevera. Nos esperan al día siguiente reclamando un buen vino y la convivialidad que se respira en Granja Elena. Pura grandeur.