El pequeño paciente de cáncer infantil Oliver, de dos años y medio, ha sido intervenido quirúrgicamente por segunda vez este miércoles. El Hospital de Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat), donde aterrizó la semana tras volar desde Cancún (México), donde vive con sus padres (malagueños), le ha logrado extirpar más del 90% del tumor muy agresivo del tronco cerebral que tiene, según un comunicado del centro sanitario esta tarde. La intervención se ha desarrollado "según estaba previsto".
"Todo salió bien, tenemos que esperar estos días, que son los más decisivos", ha dicho el padre del niño, Alejandro Romero, esta tarde a los medios de comunicación tras "un día muy largo". Emocionado y sin poder reprimir las lágrimas, el padre ha dicho que tiene "un montón de ganas" de que salga de la uci y el niño vaya a la habitación. Oliver había sido intervenido por primera vez el viernes pasado para tratarle la hidrocefalia que sufría.
La operación comenzó a las 8 de la mañana y ha durado 10 horas. Ha contado con la participación de un equipo de 15 profesionales. El paciente, según el hospital, ya se "recupera en la uci pediátrica" de Sant Joan de Déu, donde permanecerá durante unos días. A continuación, pasará a planta para seguir con su recuperación postquirúrgica. "Enseguida empezará el estudio molecular del tumor cuyos resultados permitirán diseñar el tratamiento oncológico más adecuado", ha dicho el hospital en un comunicado. El centro informará, previo acuerdo con los padres del menor, en los próximos días de la evolución del paciente y del resultado del estudio molecular. El padre ha colgado este mismo miércoles, mientras se desarrollaba la operación, un vídeo en Instagram con imágenes del pequeño.
Desplazamiento
El paciente viajó a Barcelona el miércoles pasado después de que los médicos de Cancún le dijeran que el tumor no era tratable y no le dieran esperanzas a la familia. Los padres consultaron con diferentes especialistas, quienes les recomendaron llamar a Sant Joan de Déu, hospital que aceptó tratar al menor. Un empresario anónimo pagó el avión medicalizado que el niño necesitaba para poder volar a Barcelona. Costó 200.000 euros.