"No imaginaba que, sin haberlo tenido, llegaría a echarlo tanto de menos". Laura (nombre ficticio) es una catalana de treinta y pocos años que, el marzo pasado, viajó a Bruselas para abortar en el hospital público universitario. Este centro recibe, cada año, a cerca de un centenar de mujeres que no pueden hacerlo en España. Laura estuvo acompañada, en todo momento, por Pablo (nombre ficticio), su pareja. Interrumpir el embarazo fue una de las decisiones más difíciles de la vida de ambos porque, insisten, querían tener al bebé. Pero, pasada la semana 22, los médicos vieron que algo no iba bien en el feto. Y, poco después, llegó el diagnóstico: una malformación grave y de pronóstico incierto.
Sin amparo en España
Una catalana que se fue al extranjero a abortar: "Me sentí como una delincuente"
El hospital universitario de Bruselas atiende cada año a un centenar de españolas que acuden a interrumpir su embarazo pasada la semana 22
Laura y Pablo, una pareja de catalanes, abortaron en marzo en un hospital de Bruselas. /
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