Médicos del covid: "No queremos aplausos. Si quiere ayudarnos, vacúnese, protéjase"

La profesión médica, la familia sanitaria, vuelve a estar en alerta máxima. Vuelven a tener la sensación, bueno, entre ellos jamás ha desaparecido el cosquilleo de que el covid-19 y todas sus mutaciones, todas sus olas (“dicen que es la sexta ola, pero la verdad es que ya hemos perdido la cuenta”, explica uno de los médicos expertos en la materia de Barcelona), se desvanecían, descendía su peligrosidad, su mortalidad, o, incluso, estaba a punto de desaparecer. Ni hablar. Ellos han sido, cuentan, los únicos que han estado siempre alerta. “Es posible que muchos piensen que se podía haber hecho más y mejor, pero no, se ha hecho todo lo que se ha podido y más, mucho más y mejor que en otros países”, señala el mismo doctor, que lleva tratados más de 5.000 casos en un hospital de Barcelona. “Todo el mundo se ha dejado la vida en esto y, en cuanto hace referencia a los sanitarios, no es un juego de palabras, pues la incidencia en nuestro gremio ha sido del 30%. Llevamos más de dos años sin vida familiar, viviendo en los hospitales y habiendo convertido a los pacientes, compañeros, enfermeros, camilleros, sanitarios y al personal de la limpieza en nuestra auténtica familia. No queremos que nos aplaudan, no queremos más aplausos. Si quieren ayudarnos, y lo necesitamos, ¡lo necesita la sociedad!, hagan caso a las autoridades, vacúnese, protéjase, acepte de buen grado las decisiones que toman las autoridades, los cierres e, incluso, el confinamiento, si es, de nuevo, necesario, pero no nos aplaudan más”. La vacuna salvadora Los sanitarios tienen la sensación de que la sociedad se había desentendido de la peligrosidad de la pandemia una vez apareció la vacuna. Ni qué decir tiene que los médicos están altamente sorprendidos de la versión difundida por los negacionistas, “a los que deberíamos decirles que, si no hubiese sido por la vacuna, en estos momentos, con esta última ola, con la variante ómicron, estaríamos sufriendo, sin duda, el mismo y terrible índice de mortalidad que padecimos en el arranque del coronavirus”. La misma sorpresa produce entre los responsables médicos la crítica o el cuestionamiento a la vacunación de los niños. “Esa posición”, insiste otro doctor, especializado en el covid-19, “resulta imposible de defender, entre otras razones porque en Estados Unidos se han vacunado ya varios millones de niños y no ha habido ni un solo caso de secuelas, ni uno. Por supuesto que también debemos vacunar a los niños y no desprendernos nunca de la mascarilla”. Secuelas del inicio Médicos, enfermeras, sanitarios, personal de limpieza de los centros vuelven a temer, si la ciudadanía no se toma en serio los consejos de las autoridades y la profesión médica, el nuevo estado de alerta. Y están convencidos de que, si no somos prudentes en estas Navidades, se producirá un nuevo estallido de defunciones. “El problema”, insiste otro especialista de una de las plantas de covid-19 de otro de los centros hospitalarios de Barcelona, “es que la profesión médica aún no se ha recuperado del primer año, caótico y durísimo, que supuso para todos nosotros la pandemia. Nuestros cuerpos y nuestras cabezas aún no se han recuperado de aquel caos. Yo no he vivido, por suerte, una guerra, pero el covid-19 es una guerra donde el enemigo es casi invisible y al que, si no aciertas a matar, te mata él”. En aquellos días, semanas y meses iniciales, el riesgo que corrieron todos ellos fue tremendo y, por supuesto, no solo ante el desconocimiento completo de la enfermedad sino, también, ante la precariedad del material con el que afrontaban al virus y, sobre todo, la incertidumbre de no saber cómo tratarlo, provocando un desgaste tremendo en la familia sanitaria. “La gente teme volver a vivir meses como aquellos y, en ese sentido, no se encuentra con fuerzas para afrontar, ni siquiera, algo parecido. De ahí que, ahora, más que nunca, necesitemos de la comprensión y ayuda de la población para que se tomen en serio que esto ni ha terminado ni lleva camino de acabarse”. Salvar vidas Los hay que aún recuerdan cuando, en los inicios, entraban en las habitaciones o improvisadas ucis de los pacientes que sufrían el desconocido y mortal covid-19, protegidos, simplemente, con bolsas de basura. “La gente vivía en el hospital y solo acudía a su casa a ducharse, cambiarse, comer algo con su familia, si es que tenía la suerte de coincidir con ellos, y regresaba al centro sanitario. Fue un sinvivir. Esa vida ha dejado una huella terrible en todos nosotros y, ahora, el personal teme que, si no somos prudentes, si no hacemos casos a los consejos médicos y a las autoridades, nos vuelva a pasar lo mismo. Y hay sanitarios que no lo van a resistir”, señala el mismo doctor con los ojos humedecidos. Más de un médico cuenta que muchos de sus compañeros/as están cansados, hartos, de verle las orejas al lobo. “Tememos que se repitan las escenas en las que la gente se rinda, baje los brazos y se niegue a entrar en las habitaciones o la uci. Tras lo sufrido, que fue mucho, uno llega a comprender determinados estados de ánimo, por mucho que ame su trabajo. Pero es entonces cuando todos, todos, debemos recordar que escogimos esta profesión porque queríamos servir a los demás, no solo por el sueldo, que también, sino porque queríamos ayudar a sanar a la gente. Y, tanto en aquel momento como me temo que ahora, la gente nos necesita, nunca ha dejado de necesitarnos, así que hay que seguir poniéndose la bata y entrando en las habitaciones y ucis a intentar salvar vidas, pues ya hemos perdido muchas, con dolor y tristeza infinitas por parte de todos".

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