Una de cada cuatro mujeres embarazadas, indican las estadísticas internacionales, puede sufrir un trastorno de salud mental antes o durante el proceso de la gestación. Los más habituales son ansiedad y depresión, aunque en un 4% de los casos, se trata de una enfermedad psiquiátrica grave: esquizofrenia, psicosis o trastorno bipolar, entre las principales. A estos se suman los trastornos psíquicos derivados del consumo de sustancias tóxicas, incluido el alcohol. 

Como norma general, los médicos desaconsejan el consumo de tabaco, alcohol o cualquier sustancias dirigida a alterar el estado de ánimo y la percepción de la conciencia desde meses antes de iniciado un embarazo. Por métodos distintos, cada una de esas sustancias afectan directa y gravemente al feto en formación. Las secuelas más evidentes y graves, porque afectan al desarrollo neurocognitivo del niño, las causa el consumo de alcohol durante la gestación, en especial cuando se mantiene durante todos los meses del embarazo.

El tabaco y la contaminación ambiental alteran el desarrollo morfológico del niño e influyen en su capacidad intelectual y cognitiva, según recientes investigaciones.

El consumo de psicofármacos durante el embarazo debe contar con la supervisión de un psiquiatra, ya que se trata de valorar el eventual riesgo y el beneficio que dicha decisión puede comportar.