Impacto emocional de estudiar un doctorado: desigualdad, abuso y violencia
Mural contra la violencia machista en el campus de la Universitat Autònoma de Barcelona. / FERRAN NADEU
La trayectoria académica durante el doctorado se presenta a menudo como una oportunidad de crecimiento personal e intelectual, aunque varios testimonios revelan dificultades en este proceso. Detrás de los logros académicos y los éxitos individuales, los doctorandos se enfrentan a una estructura a menudo hostil, marcada por dinámicas de poder desequilibradas, abusos y una presión emocional constante. La falta de protección institucional y el aislamiento emocional convierten esta etapa en un camino que puede tener un impacto emocional profundo. Tras haber explicado la vivencia de precariedad y soledad, testimonios de doctores y doctorandos de diferentes disciplinas exponen una realidad común: relaciones de poder que a menudo se convierten en herramientas de control, situaciones de abuso emocional y sexual, y un sistema que prioriza la productividad por encima del bienestar.
Abuso emocional y manipulación
Ana, que está doctorándose en física de partículas, explica la humillación constante por parte del entorno de superiores: “Te gritan y te hacen sentir que no vales para el doctorado, que tu trabajo no sirve para nada. Esto genera un ambiente de miedo que hace casi imposible alzar la voz”. No solo eso, sino que, como dice Ana, “cuando alguien decide alzar la voz, la respuesta que recibe acostumbra a ser que 'todo el punto ha pasado por eso' o que 'los jóvenes investigadores ya no aguantan nada', como si parta obtener el doctorado hiciera falta soportar todos estos abusos”.
Te gritan y te hacen sentir que no vales para el doctorado
En otro caso, Marc de San Pedro, doctor en cuidados integrales y servicios de salud y también activista de Obertament, explica cómo uno de sus directores decidió abandonar la dirección de su tesis doctoral al saber de su diagnóstico de salud mental, alegando que su estado emocional no era compatible con la investigación: “Me sentí desamparado y sin saber si podía continuar. Era como si mi futuro ya no estuviera en mis manos”. Afortunadamente, el otro director de la tesis de Marc decidió asumir toda la dirección de la tesis y elevó lo sucedido a la Escuela de Doctorado de su universidad. Este caso subraya la necesidad de una supervisión más comprensiva en el ámbito académico.
Por otro lado, Pau, doctor en comunicación que solicita que reservemos su nombre real, comparte un testimonio igualmente impactante sobre una compañera que tuvo que abandonar la tesis cuando su pareja enfermó gravemente: “Sus supervisores le sugirieron que abandonara porque 'no podía continuar en esas condiciones', en lugar de ofrecerle adaptaciones. La falta de humanidad en estos casos me parece alarmante”. Tal y como comenta el doctorando, “esta falta de empatía muestra cómo en muchos centros universitarios no hay espacio para la comprensión de situaciones personales complicadas”.
La falta de humanidad en estos casos me parece alarmante
En otros casos, las conductas rozan el acoso. Mari es una persona trans no binaria doctora en física que pide que protejamos su identidad, cuenta cómo un día al llegar al laboratorio que debía ser su lugar de trabajo durante una estancia de investigación encontró sobre su mesa una caja con una pastilla de jabón con la nota “para Mari, que se le caiga 'con cuidado'”, queriendo hacer chiste con lo que les ocurre a los hombres cuando se les cae el jabón en la ducha. Esta conducta LGTBIfóbica pretendía “hacerla sentir parte del laboratorio”, según nos cuenta.
abuso sexual y cultura del silencio
Claudia, estudiante de doctorado en filología inglesa, aporta un testimonio que expone uno de los grandes tabúes de la academia: el abuso sexual. Sufrió este tipo de abuso por parte de un profesor en quien confiaba: “Decidí denunciarlo porque no quiero que otras personas pasen por lo mismo. Pero no es fácil; estos comportamientos son conocidos, pero se mantienen en silencio”.
Decidí denunciar abusos porque no quiero que otras personas pasen por lo mismo, pero no es fácil
Actualmente Claudia estudia cómo tomar acciones legales “porque no quiero que otras personas pasen por lo mismo, pero es difícil porque las conductas están muy arraigadas y son consentidas por otros miembros de la comunidad académica”.
Cristina, doctora en filología hispánica y activista de Obertament, también habla de su caso de acoso por parte de un profesor: “Llegué a evitar hablar con mi directora por miedo a encontrarme con él en el pasillo. Como él sabía que no tenía financiación, insistía en que trabajara con él por todos los medios posibles, aunque su campo de investigación no tuviera nada que ver con el mío”.
Llegué a evitar hablar con mi directora por miedo a encontrarme con él en el pasillo
Este profesor fue suspendido temporalmente, pero ahora ha vuelto y se lo encuentra por los pasillos. Aun así, Cristina reconoce que no todas las instituciones son iguales. EnBélgica, Cristina vio cómo un profesor fue apartado definitivamente tras una denuncia: “Me sorprendió porque, aquí en España, estas situaciones rara vez tienen consecuencias. Parece que la cultura académica prefiere ocultarlo”. La acción institucional, pues, es clave para proteger a los doctorandos
Falta de apoyo institucional
Cecilia, doctora en Nanociencias, también destaca su experiencia de indiferencia por parte de su supervisor: “Cuando le pedía ayuda, simplemente me decía que tenía que resolverlo sola. Esta indiferancia me generaba muchísima frustración. Necesitaba orientación y apoyo, y en vez de eso me veía sola”.
Cuando le pedía ayuda, simplemente me decía que tenía que resolverlo sola. Esta indiferencia me generaba muchísima frustración
Anna, doctoranda en arqueología que nos ha pedido que mantengamos su nombre real en secreto, relata cómo fue ridiculizada constantemente por una profesora frente a otros estudiantes. Cuando intentó buscar apoyo, la respuesta fue que “mejor callara para evitar problemas”. “Esta respuesta no solo me hizo sentir desprotegida, sino que reforzó la idea de que como estudiante no tenía derechos enfrente a los abusos de poder por parte de profesores. Aunque es algo que nos pasa a muchos, no hay solución real y efectiva contra esto”.
Aunque algunas universidades disponen de protocolos para abordar estas situaciones, a menudo son poco accesibles o intimidatorios. Marina, doctoranda en ciencias básicas, explica: “Los protocolos son invasivos. Tienes que pasar por procesos que te hacen sentir aún más vulnerable, como si fueras tú quien estuviera en juicio”.
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