Competitividad, soledad y precariedad en los programas de Doctorado
Diversos testiimonios relatan a SanaMente las consecuencias emocionales de estos intensos trabajos académicos
Persona consultando estadísticas en una biblioteca. / ELISENDA PONS
El coste de estudiar un doctorado no se mide solo con tiempo y dinero. También tiene un precio elevado en términos de salud mental. Según el primer estudio longitudinal, realizado en Suecia con datos de 20.000 doctorandos que pasaron por sus universidades en una década, el consumo de medicamentos psiquiátricos entre estos estudiantes se incrementa de media en un 40% durante el doctorado. El 13,5% de los estudiantes de posgrado en el país escandinavo consumían psicofármacos como sedantes y antidepresivos el 2016. No disponemos de datos en España. Por eso, en SanaMente nos hemos propuesto abordar varios aspectos relacionados con el impacto emocional de estos programas con la ayuda del testimonio de 14 personas que están pasando o han pasado por un programa de doctorado.
Competitividad extrema
La competencia en los programas de doctorado se manifiesta en varios niveles. Uno de los aspectos destacados es la escasez de recursos, como por ejemplo financiación para proyectos o apoyo para asistir a conferencias esenciales para el networking y el desarrollo profesional. Según Ana, estudiante de doctorado en física en un gran grupo de investigación, "Cada vez hay menos financiación. La competitividad se nota especialmente cuando se trata de conseguir apoyo para ir a conferencias, que es esencial para nuestra carrera".
Se crea una atmósfera de egoísmo y recelo en un sistema que está estructurado para fomentar la rivalidad
Esta situación provoca una rivalidad interna, especialmente en los grupos de investigación más grandes, donde los doctorandos tienen que luchar por oportunidades. Esta competitividad a menudo se traduce en un entorno poco colaborativo, con estudiantes que "se guardan las oportunidades para sí mismos", según Cristina, doctora en Filología Hispánica y activista de Obertament. Todo ello crea una atmósfera de egoísmo y recelo en un sistema que "está estructurado para fomentar la rivalidad".
Presión para obtener resultados rápidos
Además, el modelo académico promueve un sistema de éxito basado en la producción científica, lo cual intensifica la presión para lograr resultados rápidos y publicables. Esta demanda continua de productividad comporta a menudo un deterioro de la salud mental de los doctorandos, que se sienten presionados a sacrificar su vida personal para dedicarse plenamente en la investigación. Elena, doctoranda en epidemiología y salud pública (que pide preservar también su intimidad y su nombre real), destaca la "presión para publicar constantemente", especialmente en los estudios con personas, donde la falta de resultados esperados genera obstáculos y frustraciones importantes. "Esto nos obliga a correr para obtener resultados en lugar de permitirnos explorar a fondo temas importantes. Es una exigencia poco saludable que desgasta," dice Cristina.
La soledad como constante
La soledad es otro factor que afecta profundamente a los doctorandos, sobre todo en aquellos que trabajan en proyectos independientes o que no disponen de apoyo financiero estable. Clàudia, una doctoranda en filología inglesa, describe su experiencia como abrumadora: "trabajo siete horas al día y, en mi tiempo libre, tengo que dedicarme a la tesis". Esta carencia de conexión puede derivar en sentimientos de desconexión y frustración, sentimientos que algunos doctorandos describen como una de las causas principales de querer abandonar.
Con los jefes, notas que tienes que luchar por las limitaciones en lugar de recibir apoyo
La relación con los supervisores es otro aspecto crucial. No es habitual que los directores de tesis doctorales tengan formación en apoyo emocional y, por lo tanto, los doctorandos no sienten que pueden contar con ellos para obtener orientación en momentos difíciles. Marina, doctoranda en Ciencias Básicas, señala que "con los jefes, notas que tienes que luchar por estas limitaciones en lugar de recibir apoyo”. Esto puede crear un sentimiento de vulnerabilidad y desamparo, sobre todo cuando los estudiantes tienen la expectativa de encontrar en sus supervisores una figura de guía.
Precariedad laboral y económica
A la competencia y la soledad se suma la precariedad, que es una constante en la vida de muchos doctorandos. Muchos de ellos dependen de becas con financiación limitada y condiciones que a menudo no cubren el tiempo necesario para completar la tesis. Mari, doctora en física (pide también cambiar su nombre real), explica que "la situación laboral es estable mientras dura la beca, pero la inseguridad vuelve cuando la beca se acaba". Esta precariedad se manifiesta en la presión para conseguir una renovación de la financiación o un trabajo a tiempo parcial que ayude a sostener los gastos durante el doctorado.
La situación laboral es estable mientras dura la beca, pero la inseguridad vuelve cuando la beca se acaba
En algunos casos, los doctorandos tienen que compaginar el doctorado con otros trabajos para subsistir, cosa que limita todavía más el tiempo disponible para dedicarse a la investigación. Esta realidad a menudo lleva a los doctorandos a un estado de cansancio y ansiedad constante, o incluso de desesperanza. Anna, doctoranda en arqueología, comenta que “una de mis directoras es interina y todavía está luchando por una plaza fija a pesar de tener 50 años.
Una de mis directoras es interina y todavía está luchando por una plaza fija a pesar de tener 50 años
Me planteo si tendré la fuerza para resistir tantos años en estas condiciones. No tengo beca y esto me limita mucho en la investigación. Veo que mis compañeros tienen más tiempo para dedicarse al proyecto, mientras yo tengo que buscarme otras opciones para poder sobrevivir”.
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