HIGIENE

La ‘receta’ de las abuelas que seguirá salvando vidas cuando la pandemia se haya acabado

Las medidas que hasta hace pocos años estaban arraigadas en las costumbres de casi todos los hogares y formaban parte de nuestras rutinas, habían perdido fuerza. Ojalá no vuelva a ocurrir

Las abuelas han llenado nuestra vida de buenos consejos / Mikhail Nilov

Patricia Díaz

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Es un hábito tan sencillo como necesario. Una manera de contribuir a mantener nuestra salud sin que suponga gasto ni lleve mucho tiempo.

Pero desgraciadamente, cuando llegó la pandemia eran muchos los hogares en los que se había relajado la práctica.

Las medidas que hasta hace pocos años estaban absolutamente arraigadas en nuestras costumbres y formaban parte de nuestras rutinas, habían perdido fuerza.

Y eso que desde el año 2009 (mucho antes de empezar la pandemia del coronavirus) la OMS se había empeñado en volver a las buenas costumbres instaurando el Día Mundial de la Higiene de Manos, con la idea de que el mensaje se transmita en todo el mundo y pueda ayudar a salvar vidas.

Claro que desde mucho antes, desde hace más de 100 años, es un mensaje que nuestras abuelas no se han cansado nunca de repetir.

Al entrar en casa, antes de comer, después de comer, al ir al baño, al salir del baño, para cambiarse, para ir a la cama… y a cada poco rato nos miraban y nos daban aquella orden tajante de: «¡Niño, lávate las manos!»

  • También nos mandaban lavarnos la cara
  • Ponernos las zapatillas
  • No andar con los ‘zapatones’ por la casa
  • No pisar la alfombra
  • Cambiarnos de ropa según llegábamos…

Y todas eran medidas que estaban muy bien pensadas y que deberíamos mantener como hábitos para que todos nos movamos lo más lejos posible de las infecciones.

Archivo - Un hombre adquiere las mascarillas gratuitas que el Gobierno andaluz empieza desde este miércoles 22, a través de las farmacias, a los ciudadanos mayores de 80 años. La medida beneficiará a todos los mayores de 65 años y a los menores de esa eda / María José López - Europa Press - Archivo

El coronavirus nos ha mentalizado

La realidad de hoy es que el coronavirus ha rescatado una de las mejores medidas de salud pública y prevención de enfermedades de las que disponemos: la higiene de manos.

Y es que lavarse las manos salva vidas, y no sólo en estos tiempos post pandemia, según subrayan los expertos.

De ahí que, por más que parezca que el panorama está muy despejado, los especialistas en medicina preventiva y salud pública insisten en que la higiene de manos debe seguir cumpliéndose, tanto entre los profesionales sanitarios como entre la población general, con independencia de la marcha de la pandemia.

Millones de pacientes mueren

Como explican desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), el lavado de manos no sólo evita la propagación del SARS-CoV-2 que también conocemos ahora, sino también la de muchos otros microorganismos patógenos.

Millones de pacientes mueren cada año en todo el mundo por infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria.

De ellas, el 56% se pueden prevenir, siendo la higiene de manos la medida más sencilla, más eficaz y más barata para conseguirlo.

Pero «se trata de una medida que requiere del compromiso, la colaboración, la responsabilidad y la generosidad de ciudadanos, pacientes, acompañantes, profesionales sanitarios y de los gestores», explican desde la SEMPSPH.

  • Para los preventivistas, «el cumplimiento de la higiene de manos no es una opción, una oportunidad o una mera cuestión de sentido común, sino que se trata de una necesidad para la prevención de enfermedades e infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria.»

Por lo que respecta a los sanitarios está apoyada en la evidencia científica y concretada en los 5 momentos de higiene de manos», explican.

Estos 5 momentos en los que el profesional sanitario debe tener especial cuidado el lavado de manos son:

  • Antes de tocar al paciente
  • Antes de realizar una tarea limpia/aséptica,
  • Después del riesgo de exposición a líquidos corporales.
  • Después de tocar al paciente.
  • Después del contacto con el entorno del paciente.

La ‘receta’ de las abuelas que seguirá salvando vidas cuando se acabe la pandemia

Más agua y jabón y menos guantes

Una de las primeras cosas que desapareció de las estanterías de los supermercados cuando estalló la pandemia, además del papel higiénico, fueron los guantes.

La realidad es que desde aquellos días se ha constatado un incremento del uso de este artículo.

  • Pero hay que tener en cuenta, sin embargo, que el uso de guantes no exime de lavarse las manos.

Los expertos en salud pública son tajantes:

  • «La higiene de manos y el uso de guantes pueden ser prácticas complementarias, pero nunca excluyentes«.

Para muestra ponen un ejemplo. Los profesionales sanitarios al retirarse los guantes tras atender a un paciente, deben lavarse las manos antes de atender al siguiente. Tal y como lo harían si no llevaran los guantes puestos durante la consulta.

¿Por qué complementar el uso de guantes con el lavado de manos?

Por una razón muy sencilla. Porque todos los guantes, incluso los de uso médico, tienen poros. Y aunque son agujeritos extremadamente pequeños, pueden facilitar la entrada de microorganismos según el tiempo y la forma de uso.

«Con una correcta higiene de manos conseguiríamos eliminar esos microorganismos que hayan podido entrar tras la utilización de los guantes», explican desde la SEMPSPH.

Y da igual usar agua y jabón o geles hidroalcohólicos. Lo importante es lavar las manos.

De hecho, los expertos en medicina preventiva valoran positivamente la aceptación que han tenido los geles hidro alcohólicos en la población.

Estos productos, si están homologados y cumplen los requisitos necesarios, «son una gran herramienta para poder realizar una correcta higiene de manos en cualquier lugar y en cualquier momento».

Eso sí, los expertos recuerdan que este tipo de geles son efectivos si las manos no están visiblemente sucias. Y que en estos casos, cuando la suciedad se ve fácilmente a simple vista, lo mejor es recurrir al clásico de nuestras abuelas: el agua y el jabón.

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